martes, 9 de febrero de 2016

Generacion del 98

                                                                                    3- PÍO BAROJA  
    
                                                 3.1- Haz una rápida biografía
           

            
               3.2- - Ideología:
           

                        3.2.1- Ideas sobre la vida:
                       -  ¿Qué relación hay entre su idea de la vida y la teoría de la evolución de Darwin?
                       -  A continuación tienes dos fragmentos de su novela más importante: El árbol de la ciencia . A través del personaje de Iturrioz, Pío Baroja expone su punto de vista. Léelos y contesta las siguientes preguntas:

                                                                    TEXTO 1

                       1- ¿Quién sobrevive en la vida? ¿A costa de qué?
En la vida no sobrevive nadie ya que todos tenemos un principio y un final todo va en un circulo el cual mucha gente conoce como el circulo de la vida, en este, primero nacemos, luego nos adaptamos al entorno, nos relacionamos y morimos y en todas las especies de una manera o de otra pasa igual, por lo cual todos morimos a costa de la propia vida y de que nadie en este mundo es inmortal.
                       2- ¿Qué actitud adopta Iturrioz ante esas injusticias? ¿Por qué? Busca en el diccionario la palabra "ataraxia" y relaciónala con esta actitud
Adopta la actitud de serenidad en la cual defiende a toas las especies por igual y que no deberían ocurrir muertes entre especies, porque el piensa que todos deberíamos vivir en paz y armonía y no molestarnos entre nosotros, ya que todos somos iguales, ataraxia significa imperturbabilidad lo cual viene a decir que no debemos perturbar a otras especies ya sea matándolas o sacándolas de su entorno.



                                Andrés habló de la gente de la vecindad de Lulú, de las escenas del hospital; como casos extraños, dignos de un comentario; de Manolo el Chafandín, del tío Miserias, de don Cleto, de Doña Virginia...
—¿Qué consecuencia puede sacarse de todas estas vidas? —preguntó Andrés al final.
—Para mí la consecuencia es fácil —contestó Iturrioz con el bote de agua en la mano—. Que la vida es una lucha constante, una cacería cruel en que nos vamos devorando los unos a los otros.
Plantas, microbios, animales.
—Sí, yo también he pensado en eso —repuso Andrés—; pero voy abandonando la idea. Primeramente el concepto de la lucha por la vida llevada así a los animales, a las plantas y hasta los minerales, como se hace muchas veces, no es más que un concepto antropomórfico, después, ¿qué lucha por la vida es la de ese hombre don Cleto, que se abstiene de combatir, o la de ese hermano Juan, que da su dinero a los enfermos?
—Te contestaré por partes —repuso Iturrioz dejando el bote para regar, porque estas discusiones le apasionaban—. Tú me dices, este concepto de lucha es un concepto antropomórfico. Claro, llamamos a todos los conflictos lucha, porque es la idea humana que más se aproxima a esa relación que para nosotros produce un vencedor y un vencido. Si no tuviéramos este concepto en el fondo, no hablaríamos de lucha. La hiena que monda los huesos de un cadáver, la araña que sorbe una mosca, no hace más ni menos que el árbol bondadoso llevándose de la tierra el agua y las sales necesarias para su vida.

                               El espectador indiferente, como yo, ve a la hiena, a la araña y al árbol, y se los explica. El hombre justiciero le pega un tiro a la hiena, aplasta con la bota a la araña se sienta a la sombra del árbol, y cree que hace bien.

                              —Entonces ¿para usted no hay lucha, ni hay justicia?
—En un sentido absoluto, no; en un sentido relativo, sí. Todo lo que vive tiene un proceso para apoderarse primero del espacio, ocupar un lugar, luego para crecer y multiplicarse; este proceso de la energía de un vivo contra los obstáculos del medio, es lo que llamamos lucha. Respecto de la justicia, yo creo que lo justo en el fondo es lo que nos conviene. Supón en el ejemplo de antes que la hiena en vez de ser muerta por el hombre mata al hombre, que el árbol cae sobre él y le aplasta, que la araña le hace una picadura venenosa; pues nada de eso nos parece justo, porque no nos conviene. A pesar
de que en el fondo no haya más que esto, un interés utilitario ¿quién duda que la idea de justicia y de equidad es una tendencia que existe en nosotros? ¿Pero cómo la vamos a realizar?
—Eso es lo que yo me pregunto ¿cómo realizarla?

                               —¿Hay que indignarse porque una araña mate a una mosca? —siguió diciendo Iturrioz—. Bueno. Indignémonos. ¿Qué vamos a hacer? ¿Matarla? Matémosla. Eso no impedirá que sigan las arañas comiéndose a las moscas. ¿Vamos a quitarle al hombre esos instintos fieros que te repugnan? ¿Vamos a borrar esa tendencia del poeta latino:

                               “Homo, homini lupus”, el hombre es un lobo para el hombre? Está bien. En cuatro cinco mil años lo podremos conseguir. El hombre ha hecho de un carnívoro como el chacal un omnívoro como el perro; pero se necesitan muchos siglos para eso. 


                                                                           TEXTO 2
                  1- ¿Por qué Iturrioz (Baroja) cree que la ciencia, es decir, el conocimiento, hace al hombre más infeliz?
Porque en su opinión si sabes toda la verdad o si tienes una amplitud de conocimiento considerable no vives la vida, ya que esto te quita el deseo de descubrir nuevos mundos y nuevos secretos a tu manera y viéndolos bajo tu punto de vista propio y generando tu propia verdad, ya que para el es mas bonito vivir cada uno nuestra verdad y vivir vidas únicas, a que solo haya una verdad y es la que haya que vivir.



- Ya la ciencia para vosotros —dijo Iturrioz— no es una institución con un fin humano, ya es algo más; la habéis convertido en ídolo
—Hay la esperanza de que la verdad, aun la que hoy es inútil, pueda ser útil mañana
—replicó Andrés.
—¡Bah! ¡Utopía! ¿Tú crees que vamos a aprovechar las verdades astronómicas alguna vez?
—¿Alguna vez? Las hemos aprovechado ya.
—¿En qué?
—En el concepto del mundo.
—Está bien; pero yo hablaba de un aprovechamiento práctico, inmediato. Yo en el fondo estoy convencido de que la verdad en bloque es mala para la vida. Esa anomalía  de la naturaleza que se llama la vida necesita estar basada en el capricho, quizá en la mentira.
—En eso estoy conforme —dijo Andrés—. La voluntad, el deseo de vivir, es tan fuerte en el animal como en el hombre. En el hombre es mayor la comprensión. A más comprender, corresponde menos desear. Esto es lógico, y además se comprueba en la realidad. La apetencia por conocer se despierta en los individuos que aparecen al final de una evolución, cuando el instinto de vivir languidece. El hombre, cuya necesidad es conocer, es como la mariposa que rompe la crisálida para morir. El individuo sano, vivo, fuerte, no ve las cosas como son, porque no le conviene. Está dentro de una
alucinación. Don Quijote, a quien Cervantes quiso dar un sentido negativo, es un símbolo de la afirmación de la vida. Don Quijote vive más que todas las personas cuerdas que le rodean, vive más y con más intensidad que los otros. El individuo o el pueblo que quiere vivir se envuelve en nubes como los antiguos dioses cuando se aparecían a los mortales. El instinto vital necesita de la ficción para afirmarse. La ciencia entonces, el instinto de crítica, el instinto de averiguación, debe encontrar una verdad: la cantidad de mentira que es necesaria para la vida. ¿Se ríe usted?
—Sí, me río, porque eso que tú expones con palabras del día, está dicho nada menos que en la Biblia.
—¡Bah!
—Sí, en el Génesis. Tú habrás leído que en el centro del paraíso había dos árboles, el árbol de la vida y el árbol de la ciencia del bien y del mal. El árbol de la vida era inmenso, frondoso, y, según algunos santos padres, daba la inmortalidad. El árbol de la ciencia no se dice cómo era; probablemente sería mezquino y triste. ¿Y tú sabes lo que le dijo Dios a Adán?
—No recuerdo; la verdad.
—Pues al tenerle a Adán delante, le dijo: Puedes comer todos los frutos del jardín pero cuidado con el fruto del árbol de la ciencia del bien y del mal, porque el día que tú comas su fruto morirás de muerte. Y Dios, seguramente, añadió: Comed del árbol de la vida, sed bestias, sed cerdos, sed egoístas, revolcaos por el suelo alegremente; pero no comáis del árbol de la ciencia, porque ese fruto agrio os dará una tendencia a mejorar que os destruirá. ¿No es un consejo admirable?
       

                 3.2.2- Ideas sobre España:



                -  ¿Cuáles creía que eran los males de España?
                -  ¿Confiaba en que la política solucionara los problemas de España?¿Por qué?     
                -  Lee estos dos fragmentos de El árbol de la ciencia y contesta a las siguientes preguntas:

                                                                       
  TEXTO 1  
     

                        1-¿Qué sistema político se ve reflejado en Alcolea?
Esta implantada la restauración en la cual existía lo que conocemos como bipartidismo el cual consta de dos bandos los cuales se van turnando el poder y hacen que no se dan cuenta mientras el otro roba para que luego les dejen a ellos robar.
                       2-¿Los políticos son los únicos culpables de la situación del país (representado por Alcolea)? ¿Qué critica Baroja de los españoles representados por los habitantes de Alcolea?
No, ya que Baroja no solo expresa que los partidos políticos eran los culpables sino también la sociedad al no prestarle atención a la corrupción, al ser orgullosos, y egoístas.
                        3- ¿Por qué Baroja considera que no hay solución posible para los problemas de España?
Porque el pensaba que no puedes cambiar una sociedad la cual ya se ha acostumbrado a la corrupción la cual es pasiva y no se fija ni muestra interés por ello ni por solucionarlo de alguna forma u otra, a parte eran muy individualistas, lo cual no les permitía solucionarlo en grupo.
                       4- En este fragmento Baroja hace alusión a la ataraxia como única posibilidad intelectual ante las injusticias. Di dónde aparece
Marcado en VERDE en el texto. Estas hacen alusión y tienen el significado de indiferencia de la sociedad a la cual no le importaba ni le interesaba lo que ocurría frente a sus ojos.

       Las costumbres de  Alcolea eran españolas puras, es decir, de un absurdo completo. El pueblo no tenía el menor sentido social; las familias se metían en sus casas, como los trogloditas en su cueva. No había solidaridad; nadie sabía ni podía utilizar la fuerza de la asociación. Los hombres iban al trabajo y a veces al casino. Las mujeres no salían más que los domingos a misa. Por falta de instinto colectivo el pueblo se había arruinado.  El pueblo aceptó la ruina con resignación.

         —Antes éramos ricos —se dijo cada alcoleano—. Ahora seremos pobres. Es igual; viviremos peor, suprimiremos nuestras necesidades. Aquel estoicismo acabó de hundir al pueblo.
        Muchas veces a Hurtado le parecía Alcolea una ciudad en estado de sitio. El sitiador era la moral, la moral católica. Allí no había nada que no estuviera almacenado y recogido: las mujeres en sus casas, el dinero en las carpetas, el vino en las tinajas. Andrés se preguntaba: ¿Qué hacen estas mujeres? ¿En qué piensan? ¿Cómo pasan las horas de sus días? Difícil era averiguarlo. Con aquel régimen de guardarlo todo, Alcolea gozaba de un orden admirable; sólo un cementerio bien cuidado podía sobrepasar tal perfección.
Esta perfección se conseguía haciendo que el más inepto fuera el que gobernara. La ley de selección en pueblos como aquél se cumplía al revés. El cedazo iba separando el grano de la paja, luego se recogía la paja y se desperdiciaba el grano.
Algún burlón hubiera dicho que este aprovechamiento de la paja entre españoles no era raro. Por aquella selección a la inversa, resultaba que los más aptos allí eran precisamente los más ineptos. En Alcolea había pocos robos y delitos de sangre: en cierta época los había habido entre jugadores y matones; la gente pobre no se movía, vivía en una pasividad lánguida; en cambio los ricos se agitaban, y la usura iba sorbiendo toda la vida de la ciudad. El labrador, de humilde pasar, que durante mucho tiempo tenía una casa con cuatro o cinco parejas de mulas, de pronto aparecía con diez, luego con veinte; sus tierras se extendían cada vez más, y él se colocaba entre los ricos.
La política de Alcolea respondía perfectamente al estado de inercia y desconfianza del pueblo.
Era una política de caciquismo, una lucha entre dos bandos contrarios, que se llamaban el de los Ratones y el de los Mochuelos; los Ratones eran liberales, y los Mochuelos conservadores.
En aquel momento dominaban los Mochuelos. El Mochuelo principal era el alcalde, un hombre delgado, vestido de negro, muy clerical, cacique de formas suaves, que suavemente iba llevándose todo lo que podía del municipio.
El cacique liberal del partido de los Ratones era don Juan, un tipo bárbaro y despótico, corpulento y forzudo, con unas manos de gigante; hombre, que cuando entraba a mandar, trataba al pueblo en conquistador. Este gran Ratón no disimulaba como el Mochuelo; se quedaba con todo lo que podía, sin tomarse el trabajo de ocultar decorosamente sus robos. Alcolea se había acostumbrado a los Mochuelos y a los Ratones, y los consideraba necesarios. Aquellos bandidos eran los sostenes de la sociedad; se repartían el botín; tenían unos para otros un “tabú” especial, como el de los polinesios. Andrés podía estudiar en Alcolea todas aquellas manifestaciones del árbol de la vida, y de la vida áspera manchega: la expansión del egoísmo, de la envidia, de la crueldad, del orgullo. A veces pensaba que todo esto era necesario; pensaba también que se podía llegar en la indiferencia intelectualista, hasta disfrutar contemplando estas expansiones, formas violentas de la vida. ¿Por qué incomodarse, si todo está determinado, si es fatal, si no puede ser de otra manera?, se preguntaba. ¿No era científicamente un poco absurdo el furor que le entraba muchas veces al ver las injusticias del pueblo? Por otro lado: ¿no estaba también determinado, no era fatal el que su cerebro tuviera una irritación que le hiciera protestar contra aquel estado de cosas violentamente?       
                                                                     TEXTO 2
              Andrés Hurtado estudia medicina en Madrid (como hizo el propio Baroja), lo cual le sirve a Pío Baroja para reflexionar sobre la situación cultural y educativa del país:

                    1- ¿Qué opinaba sobre la educación universitaria en España? ¿Cómo eran los profesores? ¿Y los alumnos? Relaciónalo con lo que antes pusiste sobre los Regeneracionistas y la Institución Libre de Enseñanza.
Opinaba que dejaba bastante que desear, ya que no existía en los alumnos una pasión por aprender y no existía una relación entre profesores y alumnos, esto se debe a que los alumnos vacilaban a los profesores y no les tomaban enserio ya que ellos iban a la ciudad a divertirse y no a estudiar o prepararse para formarse, estos continuaban haciéndolo ya que el profesor no imponía ningún tipo de castigo.
                    2- ¿La gente realmente venía a Madrid a prepararse académicamente?
Como he mencionado antes, no, ya que iban a la gran ciudad a divertirse y a pasarlo bien y no a prepararse académicamente.
                    3- ¿La gente culta y con inquietudes podía saber lo que pasaba realmente en España? ¿Por qué?
No, por dos motivos, el primero que el resto de alumnos que pasaban de la clase no les dejaban enterarse y segundo que la educación en España era bastante mala lo cual les imposibilita el poder enterarse de la situación española.
                    4- ¿Por qué España vivía aislada culturalmente?
Porque no había información completa y verdadera sobre Europa ni el resto de países ya que los periódicos no informaban correctamente.



       En un ambiente de fricciones,  residuo de un pragmatismo viejo y sin renovación vivía el Madrid de hace años .Otras ciudades españolas se habían dado alguna cuenta de la necesidad  transformarse y de cambiar; Madrid seguía inmóvil, sin curiosidad, sin deseo de cambio.
El estudiante madrileño, sobre todo el venido de provincias, llegaba a la corte con un espíritu donjuanesco, con la idea de divertirse, jugar, perseguir a las mujeres pensando, como decía el profesor de Química con su solemnidad habitual, quemarse pronto en un ambiente demasiado oxigenado.

      Menos el sentido religioso, la mayoría no lo tenían, ni les preocupaba gran cosa la religión; los estudiantes de las postrimerías del siglo XIX venían a la corte con el espíritu de un estudiante del siglo XVII, con la ilusión de imitar, dentro de lo posible, a Don Juan Tenorio y de vivir.
       El estudiante culto, aunque quisiera ver las cosas dentro de la realidad e intentara adquirir una idea clara de su país y del papel que representaba en el mundo, no podía. 
       La acción de la cultura europea en España era realmente restringida, y localizada a cuestiones técnicas, los periódicos daban una idea incompleta de todo; la tendencia general era hacer creer que lo grande de España podía ser pequeño fuera de ella y al contrario, por una especie de mala fe internacional.

Si en Francia o en Alemania no hablaban de las cosas de España, o hablaban de ellas en broma, era porque nos odiaban; teníamos aquí grandes hombres que producían la envidia de otros países: Castelar, Cánovas, Echegaray... España entera, y Madrid sobre todo, vivía en un ambiente de optimismo absurdo. Todo lo español era lo mejor.
Esa tendencia natural a la mentira, a la ilusión del país pobre que se aísla, contribuía al estancamiento, a la fosilificación de las ideas.

Aquel ambiente de inmovilidad, de falsedad, se reflejaba en las cátedras. Andrés Hurtado pudo comprobarlo al comenzar a estudiar Medicina. Los profesores del año preparatorio eran viejísimos; había algunos que llevaban cerca de cincuenta años explicando. Sin duda no los jubilaban por sus influencias y por esa simpatía y respeto que ha habido siempre en España por lo inútil. Sobre todo, aquella clase de Química de la antigua capilla del Instituto de San Isidro era escandalosa. El viejo profesor recordaba las conferencias del Instituto de Francia, de célebres químicos, y creía, sin duda, que explicando la obtención del nitrógeno y del cloro estaba haciendo un descubrimiento, y le gustaba que le aplaudieran. Satisfacía su pueril vanidad dejando los experimentos aparatosos para la conclusión de la clase con el fin de retirarse entre aplausos como un prestidigitador.Los estudiantes le aplaudían, riendo a carcajadas. A veces, en medio de la clase, a alguno de los alumnos se le ocurría marcharse, se levantaba y se iba. Al bajar por la escalera de la gradería los pasos del fugitivo producían gran estrépito, y los demás muchachos sentados llevaban el compás golpeando con los pies y con los basto. En la clase se hablaba, se fumaba, se leían novelas, nadie seguía la explicación;
alguno llegó a presentarse con una corneta, y cuando el profesor se disponía a echar en un vaso de agua un trozo de potasio, dio dos toques de atención; otro metió un perro vagabundo, y fue un problema echarlo. Había estudiantes descarados que llegaban a las mayores insolencias; gritaban,
rebuznaban, interrumpían al profesor. Una de las gracias de estos estudiantes era la de
dar un nombre falso cuando se lo preguntaban.
—Usted —decía el profesor señalándole con el dedo, mientras le temblaba la perilla
por la cólera—, ¿cómo se llama usted?
—¿Quién? ¿Yo?
—Sí, señor ¡usted, usted! ¿Cómo se llama usted? —añadía el profesor, mirando la lista.
—Salvador Sánchez.
—Alias Frascuelo —decía alguno, entendido con él.
—Me llamo Salvador Sánchez; no sé a quién le importará que me llame así, y si hay alguno que le importe, que lo diga —replicaba el estudiante, mirando al sitio de donde había salido la voz y haciéndose el incomodado.
—¡Vaya usted a paseo! —replicaba el otro.
—¡Eh! ¡Eh! ¡Fuera! ¡Al corral! —gritaban varias voces.
—Bueno, bueno. Está bien. Váyase usted —decía el profesor, temiendo las consecuencias de estos altercados.

El muchacho se marchaba, y a los pocos días volvía a repetir la gracia, dando como suyo el nombre de algún político célebre o de algún torero.

Andrés Hurtado los primeros días de clase no salía de su asombro. Todo aquello era demasiado absurdo. Él hubiese querido encontrar una disciplina fuerte y al mismo tiempo afectuosa, y se encontraba con una clase grotesca en que los alumnos se burlaban del profesor. Su preparación para la Ciencia no podía ser más desdichada.
              3.3- Su concepto de novela:
                    
                      3.3.1-  ¿Por qué se dice que las novelas de Baroja eran desordenadas? 
                     3.3.2- ¿Tenían muchos o pocos personajes?¿Por qué tipos de personaje muestra más simpatía?
             
               3.4- Estilo:
                    
                      3.4.1- ¿En qué dos aspectos narrativos se dice que Baroja era un maestro?
                      3.4.2- ¿Cómo era su lenguaje? (Algunos incluso lo critican)
             
              3.5- Principales novelas: Títulos de sus principales novelas y argumento resumido deEl árbol de la ciencia

 4- MIGUEL DE UNAMUNO


          4.1- Haz una rápida biografía. Presta especial atención a las distintas crisis espirituales que sufrió (cuántas y cuándo) y las consecuencias que tuvieron en su pensamiento.







             Poco antes de su muerte cuando se enfrentó a Millán Astray al inicio de la guerra civil

          4.2- Ideología:
                 
                  4.2.1-¿Creía en Dios?


                  
                 4.2.2- ¿Por qué se dice que Unamuno fue un intelectual contradictorio: explica cuál era su conflicto interior a la hora de querer creer en Dios (lo llamaba el sentimiento trágico de la vida)?
        
            4.3- Concepto de novela:

                    4.3.1 ¿Qué son las nivolas?
                    4.3.2- Explica las diferencias entre las novelas realistas tan de moda en el siglo anterior y las nivolas de Unamuno
         
            4.4- Principales novelas:
                 
                     4.4.1- Niebla:



                    - Explica brevemente el argumento
La historia a grandes rasgos trata sobre un chico llamado Augusto, el cual es de buena familia y bastante adinerado, a este le gusta una chica llamada Eugenia, pero esta le rechaza ya que tiene novio, Augusto comienza a discutir y debatir con la sirvienta de Eugenia sobre el sexo femenino decide pedir matrimonio a Eugenia esta al haber discutido con su novio acepta, una vez llegado el día de la boda Eugenia le deja una nota a Augusto diciendo que no se va a casar y que se ha escapado con Mauricio, su novio, al saber esto Augusto piensa en suicidarse pero al final decide que no  y va a hablar con Unamuno, el cual hace el papel de creador en esta obra, tras una discusión sobre si suicidarse o no Augusto se suicida.
                    -  Lee el siguiente fragmento y contesta estas preguntas:
                   1- ¿Qué decisión había tomado Augusto al ir a visitar a Unamuno?¿Qué le responde Unamuno? ¿Por qué cambia Augusto de opinión? ¿Cuál es el destino que nos espera a todos según Augusto?

Augusto, antes de ir a visitar a Unamuno había decidido suicidarse, o al menos se lo estaba planteando.

Le responde que él no está ni vivo ni muerto, y que solamente es un personaje ficticio de su libro. Le dice también que es un producto de su fantasía y que por tanto, de todos los lectores que lo lean.
Porque él también empieza a cuestionarle su existencia.
Augusto decía que todos al final moríamos de una forma o de otra.
                    2- Explica qué relación establece Unamuno entre la vida y una novela: ¿quién es el novelista de nuestras vidas, quiénes son los equivalentes a los personajes en la vida, somos libres los seres humanos, por qué, cuándo moriremos?
-Los auténticos novelistas de nuestras vidas son Dios o nuestro creador.
-Los equivalentes a los personajes en la vida somos nosotros mismos, ya que es como contar tu historia.
-No. Porque como el novelista de nuestras vidas es nuestro creador, pues entonces el que decide nuestro destino el y no nosotros.
-Según Unamuno, y la historia, y de acuerdo a las demás preguntas, nuestro creador lo decide así como decide nuestro futuro.
                            
       El pobre hombre temblaba como un azogado, mirándome como un poseído miraría.Intentó levantarse, acaso para huir de mí; no podía. No disponía de sus fuerzas.
––¡No, no te muevas! ––le ordené.
––Es que... es que... ––balbuceó.
––Es que tú no puedes suicidarte, aunque lo quieras.
––¿Cómo? ––exclamó al verse de tal modo negado y contradicho.
––Sí. Para que uno se pueda matar a sí mismo, ¿qué es menester? ––le pregunté.
––Que tenga valor para hacerlo ––me contestó.
––No ––le dije––, ¡que esté vivo!
––¡Desde luego!
––¡Y tú no estás vivo!
––¿Cómo que no estoy vivo?, ¿es que me he muerto? ––y empezó, sin darse clara cuenta de lo que hacía, a palparse a sí mismo.
––¡No, hombre, no! ––le repliqué––. Te dije antes que no estabas ni despierto ni dormido, y ahora te digo que no estás ni muerto ni vivo.
––¡Acabe usted de explicarse de una vez, por Dios!, ¡acabe de explicarse! ––me
suplicó consternado––, porque son tales las cosas que estoy viendo y oyendo esta
tarde, que temo volverme loco.
––Pues bien; la verdad es, querido Augusto ––le dije con la más dulce de misvoces––, que no puedes matarte porque no estás vivo, y que no estás vivo, nitampoco muerto, porque no existes...
––¿Cómo que no existo? ––––exclamó.
––No, no existes más que como ente de ficción; no eres, pobre Augusto, más que un producto de mi fantasía y de las de aquellos de mis lectores que lean el relato que de tus fingidas venturas y malandanzas he escrito yo; tú no eres más que un personaje de novela, o de nivola, o como quieras llamarle. Ya sabes, pues, tu secreto.
Al oír esto quedóse el pobre hombre mirándome un rato con una de esas miradas perforadoras que parecen atravesar la mira a ir más allá, miró luego un momento a mi retrato al óleo que preside a mis libros, le volvió el color y el aliento, fue recobrándose, se hizo dueño de sí, apoyó los codos en mi camilla, a que estaba
arrimado frente a mí y, la cara en las palmas de las manos y mirándome con una sonrisa en los ojos, me dijo lentamente:
––Mire usted bien, don Miguel... no sea que esté usted equivocado y que ocurra precisamente todo lo contrario de lo que usted se cree y me dice.
––Y ¿qué es lo contrario? ––le pregunté alarmado de verle recobrar vida propia.
––No sea, mi querido don Miguel ––añadió––, que sea usted y no yo el ente de ficción, el que no existe en realidad, ni vivo, ni muerto... No sea que usted no pase de ser un pretexto para que mi historia llegue al mundo...
––¡Eso más faltaba! ––exclamé algo molesto.
––No se exalte usted así, señor de Unamuno ––me replicó––, tenga calma. Usted ha manifestado dudas sobre mi existencia...
––Dudas no ––le interrumpí––; certeza absoluta de que tú no existes fuera de mi producción novelesca.
––Bueno, pues no se incomode tanto si yo a mi vez dudo de la existencia de usted y no de la mía propia. Vamos a cuentas: ¿no ha sido usted el que no una sino varias veces ha dicho que don Quijote y Sancho son no ya tan reales, sino más reales que Cervantes?
––No puedo negarlo, pero mi sentido al decir eso era...
––Bueno, dejémonos de esos sentires y vamos a otra cosa. Cuando un hombredormido a inerte en la cama sueña algo, ¿qué es lo que más existe, él comoconciencia que sueña, o su sueño?
––¿Y si sueña que existe él mismo, el soñador? ––le repliqué a mi vez.
––En ese caso, amigo don Miguel, le pregunto yo a mi vez, ¿de qué manera existe él, como soñador que se sueña, o como soñado por sí mismo? Y fíjese, además, en que al admitir esta discusión conmigo me reconoce ya existencia independiente de sí.
––¡No, eso no!, ¡eso no! ––le dije vivamente––. Yo necesito discutir, sin discusión no vivo y sin contradicción, y cuando no hay fuera de mí quien me discuta y contradiga invento dentro de mí quien lo haga. Mis monólogos son diálogos.
––Y acaso los diálogos que usted forje no sean más que monólogos...
––Puede ser. Pero te digo y repito que tú no existes fuera de mí...
––Y yo vuelvo a insinuarle a usted la idea de que es usted el que no existe fuera de mí y de los demás personajes a quienes usted cree haber inventado. Seguro estoy de que serían de mi opinión don Avito Carrascal y el gran don Fulgencio...
––No mientes a ese...
––Bueno, basta, no le moteje usted. Y vamos a ver, ¿qué opina usted de misuicidio?
––Pues opino que como tú no existes más que en mi fantasía, te lo repito, y como no debes ni puedes hacer sino lo que a mí me dé la gana, y como no me da la real gana de que te suicides, no te suicidarás. ¡Lo dicho!
––Eso de no me da la real gana, señor de Unamuno, es muy español, pero es muy feo. Y además, aun suponiendo su peregrina teoría de que yo no existo de veras y usted sí, de que yo no soy más que un ente de ficción, producto de la fantasía novelesca o nivolesca de usted, aun en ese caso yo no debo estar sometido a lo que llama usted su real gana, a su capricho. Hasta los llamados entes de ficción tienen su
lógica interna...
––Sí, conozco esa cantata.
––En efecto; un novelista, un dramaturgo, no pueden hacer en absoluto lo que se les antoje de un personaje que creen; un ente de ficción novelesca no puede hacer, en buena ley de arte, lo que ningún lector esperaría que hiciese...
––Un ser novelesco tal vez...
––¿Entonces?
––Pero un ser nivolesco...
––Dejemos esas bufonadas que me ofenden y me hieren en lo más vivo. Yo, sea por mí mismo, según creo, sea porque usted me lo ha dado, según supone usted, tengo mi carácter, mi modo de ser, mi lógica interior, y esta lógica me pide que me suicide...
––¡Eso te creerás tú, pero te equivocas!
––A ver, ¿por qué me equivoco?, ¿en qué me equivoco? Muéstreme usted en qué está mi equivocación. Como la ciencia más difícil que hay es la de conocerse uno a sí mismo, fácil es que esté yo equivocado y que no sea el suicidio la solución más lógica de mis desventuras, pero demuéstremelo usted. Porque si es difícil, amigo don Miguel, ese conocimiento propio de sí mismo, hay otro conocimiento que me parece no menos difícil que el...
––¿Cuál es? ––le pregunté.
Me miró con una enigmática y socarrona sonrisa y lentamente me dijo:
––Pues más difícil aún que el que uno se conozca a sí mismo es el que un novelista o un autor dramático conozca bien a los personajes que finge o cree fingir...
Empezaba yo a estar inquieto con estas salidas de Augusto, y a perder mipaciencia.
––E insisto ––añadió–– en que aun concedido que usted me haya dado el ser y un ser ficticio, no puede usted, así como así y porque sí, porque le dé la real gana, como dice, impedirme que me suicide.
––¡Bueno, basta!, ¡basta! ––exclamé dando un puñetazo en la camilla–– ¡cállate!, ¡no quiero oír más impertinencias...! ¡Y de una criatura mía! Y como ya me tienes harto y además no sé ya qué hacer de ti, decido ahora mismo no ya que no te suicides, sino matarte yo. ¡Vas a morir, pues, pero pronto! ¡Muy pronto!
––¿Cómo? ––exclamó Augusto sobresaltado––, ¿que me va usted a dejar morir, a hacerme morir, a matarme?
––¡Sí, voy a hacer que mueras!
––¡Ah, eso nunca!, ¡nunca!, ¡nunca! ––gritó.
––¡Ah! ––le dije mirándole con lástima y rabia––. ¿Conque estabas dispuesto a matarte y no quieres que yo te mate? ¿Conque ibas a quitarte la vida y te resistes a que te la quite yo?
––Sí, no es lo mismo...
––En efecto, he oído contar casos análogos. He oído de uno que salió una noche armado de un revólver y dispuesto a quitarse la vida, salieron unos ladrones a robarle, le atacaron, se defendió, mató a uno de ellos, huyeron los demás, y al ver que había comprado su vida por la de otro renunció a su propósito.
––Se comprende ––observó Augusto––; la cosa era quitar a alguien la vida, matar un hombre, y ya que mató a otro, ¿a qué había de matarse? Los más de los suicidas son homicidas frustrados; se matan a sí mismos por falta de valor para matar a otros...
––¡Ah, ya, te entiendo, Augusto, te entiendo! Tú quieres decir que si tuvieses valor para matar a Eugenia o a Mauricio o a los dos no pensarías en matarte a ti mismo,
¿eh?
––¡Mire usted, precisamente a esos... no!
––¿A quién, pues?
––¡A usted! ––y me miró a los ojos.
––¿Cómo? ––exclamé poniéndome en pie––, ¿cómo? Pero ¿se te ha pasado por la imaginación matarme?, ¿tú?, ¿y a mí?
––Siéntese y tenga calma. ¿O es que cree usted, amigo don Miguel, que sería elprimer caso en que un ente de ficción, como usted me llama, matara a aquel a quien creyó darle ser... ficticio?
––¡Esto ya es demasiado ––decía yo paseándome por mi despacho––, esto pasa de la raya! Esto no sucede más que...
––Más que en las nivolas ––concluyó él con sorna.
––¡Bueno, basta!, ¡basta!, ¡basta! ¡Esto no se puede tolerar! ¡Vienes aconsultarme, a mí, y tú empiezas por discutirme mi propia existencia, después el derecho que tengo a hacer de ti lo que me dé la real gana, sí, así como suena, lo que me dé la real gana, lo que me salga de...
––No sea usted tan español, don Miguel...
––¡Y eso más, mentecato! ¡Pues sí, soy español, español de nacimiento, deeducación, de cuerpo, de espíritu, de lengua y hasta de profesión y oficio; español sobre todo y ante todo, y el españolismo es mi religión, y el cielo en que quiero creer es una España celestial y eterna y mi Dios un Dios español, el de Nuestro Señor Don Quijote, un Dios que piensa en español y en español dijo: ¡sea la luz!, y su verbo fue
verbo español...
––Bien, ¿y qué? ––me interrumpió, volviéndome a la realidad.
––Y luego has insinuado la idea de matarme. ¿Matarme?, ¿a mí?, ¿tú? ¡Morir yo a manos de una de mis criaturas! No tolero más. Y para castigar tu osadía y esas doctrinas disolventes, extravagantes, anárquicas, con que te me has venido, resuelvo y fallo que te mueras. En cuanto llegues a tu casa te morirás. ¡Te morirás,
te lo digo, te morirás!
––Pero ¡por Dios!... ––exclamó Augusto, ya suplicante y de miedo tembloroso y pálido.
––No hay Dios que valga. ¡Te morirás!
––Es que yo quiero vivir, don Miguel, quiero vivir, quiero vivir...
––¿No pensabas matarte?
––¡Oh, si es por eso, yo le juro, señor de Unamuno, que no me mataré, que no me quitaré esta vida que Dios o usted me han dado; se lo juro... Ahora que usted quiere matarme quiero yo vivir, vivir, vivir...
––¡Vaya una vida! ––exclamé.
––Sí, la que sea. Quiero vivir, aunque vuelva a ser burlado, aunque otra Eugenia y otro Mauricio me desgarren el corazón. Quiero vivir, vivir, vivir...
––No puede ser ya... no puede ser...
––Quiero vivir, vivir... y ser yo, yo, yo...
––Pero si tú no eres sino lo que yo quiera...
––¡Quiero ser yo, ser yo!, ¡quiero vivir! ––y le lloraba la voz.
––No puede ser... no puede ser...
––Mire usted, don Miguel, por sus hijos, por su mujer, por lo que más quiera...Mire que usted no será usted... que se morirá. Cayó a mis pies de hinojos, suplicante y exclamando:
––¡Don Miguel, por Dios, quiero vivir, quiero ser yo!
––¡No puede ser, pobre Augusto ––le dije cogiéndole una mano y levantándole––, no puede ser! Lo tengo ya escrito y es irrevocable; no puedes vivir más. No sé qué hacer ya de ti. Dios, cuando no sabe qué hacer de nosotros, nos mata. Y no se me olvida que pasó por tu mente la idea de matarme...
––Pero si yo, don Miguel...
––No importa; sé lo que me digo. Y me temo que, en efecto, si no te mato pronto acabes por matarme tú.
––Pero ¿no quedamos en que...?
––No puede ser, Augusto, no puede ser. Ha llegado tu hora. Está ya escrito y no puedo volverme atrás. Te morirás. Para lo que ha de valerte ya la vida...
––Pero... por Dios...
––No hay pero ni Dios que valgan. ¡Vete!
––¿Con que no, eh? ––me dijo––, ¿con que no? No quiere usted dejarme ser yo, salir de la niebla, vivir, vivir, vivir, verme, oírme, tocarme, sentirme, dolerme, serme: ¿conque no lo quiere?, ¿conque he de morir ente de ficción? Pues bien, mi señor creador don Miguel, ¡también usted se morirá, también usted, y se volverá a la nada de que salió...! ¡Dios dejará de soñarle! ¡Se morirá usted, sí, se morirá, aunque
no lo quiera; se morirá usted y se morirán todos los que lean mi historia, todos,todos, todos sin quedar uno! ¡Entes de ficción como yo; lo mismo que yo! Se morirán todos, todos, todos. Os lo digo yo, Augusto Pérez, ente ficticio como vosotros, nivolesco lo mismo que vosotros. Porque usted, mi creador, mi don Miguel, no es usted más que otro ente nivolesco, y entes nivolescos sus lectores, lo mismo que yo, que Augusto Pérez, que su víctima...
––¿Víctima? ––exclamé. ––¡Víctima, sí! ¡Crearme para dejarme morir!, ¡usted también se morirá! El que
crea se crea y el que se crea se muere. ¡Morirá usted, don Miguel, morirá usted, y morirán todos los que me piensen! ¡A morir, pues!


3.1.3- Luces de bohemia
 1- Resume brevemente el argumento: ¿Quién es Max Estrella' ¿Cómo es su vida? ¿Por qué? ¿Quién es Don Latino? ¿En qué consiste la historia representada por la obra?
La obra cuenta la última noche de vida de Max Estrella. Este sale por la mañana con Don Latino para reclamar que le tienen que dar más dinero a Don Latino por la novela que ha escrito y que se ha vendido. Como no consiguen mejorar el precio, van a emborracharse a una taberna. Más tarde, la policía detiene a nuestro protagonista porque se mete en una pelea y pasa la noche en la cárcel. Cuando sale de allí, va a ver al Ministro de Gobernación y le pide que le den dinero, pero tras la oferta del ministro, la cual no le parece suficiente, marcha a un café. A la mañana siguiente lo encuentran muerto unas vecinas. 
Max Estrella es el protagonista de esta obra. Es un escritor bohemio, poeta, lunático y humorista, ciego, que se ha quedado en la miseria. Este personaje está inspirado en el bohemio Alejandro Sawa, escritor y periodista. Vive en la miseria, una vida triste, y es así porque, como ya he dicho antes, se basa Alejandro Sawa. Valle se inspiró en él ya que siempre le había visto como un genio pero que no sabía expresar todo lo que tenía en la cabeza, también fue una persona que vivió una vida miserable y que padeció ceguera. 
Don Latino es un anciano bohemio canalla que vende mala literatura y que intenta juntarse con Max Estrella, el cual es un bohemio heroico. También es una persona descarada.  
 2- Acotaciones: ¿Qué son las acotaciones en una obra de teatro? ¿Qué tenían de especial las acotaciones de esta obra?
Las acotaciones sirven para dar al director los datos precisos para el montaje, y para precisar la composición del escenario y la actuación de los actores. 
Las acotaciones de Valle Inclán eran muy características, porque además de tener una función referencial, tendrán una función poética. Esto se debe a dos razones. La primera porque Valle Inclán creía que las obras teatrales eran la unión de lo lírico, de lo dramático y de lo narrativo, era así tan difícil, que las acotaciones eran casi imposibles de representar en un escenario. Y la segunda, estas acotaciones permitían a los lectores visualizar una obra dramática muy difícil de representar, y esto hacía que las obras de Valle Inclán tuvieran pocas posibilidades de ser representadas en teatros comerciales. 
- Lee estas acotaciónes y responde a las siguientes preguntas

            1-  ACOTACIÓN QUE INTRODUCE EL VELATORIO DE MAX ESTRELLA

- Busca en ella las características lingüísticas explicadas en el enlace lenguaje de las acotaciones : ¿qué detalles descritos aquí  son imposibles de ser representados en una obra de teatro?¿Cómo es la iluminación de la escena?¿Cómo aparecen descritos los personajes que le velan?
En este fragmento podemos ver que describe al librero Zaratrusta de forma que distorsiona, por así decirlo, su imagen. Esto lo vemos cuando dice "abichado y giboso, la cara de tocino rancio y la bufanda de verde serpiente". Lo describe como un personaje feo y encogido. También vemos que abundan las palabras que aluden a los tonos oscuros y a lo deformado, como por ejemplo escombro, espeluznante, cueva (lugar oscuro y frío), roto... A parte de las palabras que utiliza en la descripción anterior.


 Velorio en un sotabanco. MADAMA COLLET y CLAUDINITA, desgreñadas y macilentas, lloran al muerto, ya tendido en la angostura de la caja, amortajado con una sábana, entre cuatro velas. Astillando una tabla, el brillo de un clavo aguza su punta sobre la sien inerme. La caja, embetunada de luto por fuera, y por dentro de tablas de pino sin labrar ni pintar, tiene una sórdida esterilla que amarillea. Está posada sobre las baldosas, de esquina a esquina, y las dos mujeres, que lloran en los ángulos, tienen en las manos cruzadas el reflejo de las velas. DORIO DE GADEX, CLARINITO y PÉREZ, arrimados a la pared, son tres fúnebres fantoches en hilera



                      2- ACOTACIÓN QUE DESCRIBE AL LIBRERO ZARATUSTRA 

- ¿Dónde se ve la deformación del personaje? 
En este fragmento podemos ver que describe al librero Zaratrusta de forma que distorsiona, por así decirlo, su imagen. Esto lo vemos cuando dice "abichado y giboso, la cara de tocino rancio y la bufanda de verde serpiente". Lo describe como un personaje feo y encogido. También vemos que abundan las palabras que aluden a los tonos oscuros y a lo deformado, como por ejemplo escombro, espeluznante, cueva (lugar oscuro y frío), roto... A parte de las palabras que utiliza en la descripción anterior.
- ¿Qué recursos literarios (metáforas, comparaciones, hipérboles, personificaciones, etc) emplea para describirle? Puedes ver esta escena en el minuto de la película 23 de la película LUCES DE BOHEMIA PELÍCULA
En esta escena vemos como compara la habitación con una cueva, ya que está oscura, sucia y descuidada. Utiliza también hipérboles al exagerar el físico de Zaratrusta, por ejemplo, abichado y giboso.



La cueva de ZARATUSTRA en el Pretil de los Consejos. Rimeros de libros hacen escombro y cubren las paredes. Empapelan los cuatro vidrios de una puerta cuatro cromos espeluznantes de un novelón por entregas. En la cueva hacen tertulia el gato, el loro, el can y el librero. ZARATUSTRA, abichado y giboso -la cara de tocino rancio y la bufanda de verde serpiente-, promueve, con su caracterización de fantoche, una aguda y dolorosa disonancia muy emotiva y muy moderna. Encogido en el roto pelote de una silla enana, con los pies entrapados y cepones en la tarima
del brasero, guarda la tienda. Un ratón saca el hocico intrigante por un agujero.

3- Temas: A través de las siguientes escenas, aparecen los temas principales de la obra: injusticias sociales, represión policial, crítica a la burguesía, fin de la auténtica bohemia literaria, etc. Léelas y responde a las siguientes preguntas:
                    
                                 TEMA 1: EL FINAL DE LA AUTÉNTICA BOHEMIA
     
                                                            ESCENA 1
        
 Max Estrella representa la figura del último bohemio auténtico (de ahí el título de Luces de bohemia). En esta escena habla con un grupo de poetas modernistas encabezados por Dorio de Gadex y se queja de su situación:

- ¿A qué achaca su olvido por parte de la Real Academia de la Lengua?
Max Estrella dice que odian su rebeldía y su talento. Le despiden y se queja de que le tratan como a un criado. Maz dice que no piensa pedir limosna y que no estará detrás de ellos para que le vuelvan a admitir. También dice que en esa prensa le odian y le boicotean, es decir, que le hacen su estancia imposible.
-  ¿Qué  consecuencias le trae ser un bohemio? Recuerda que arriba buscaste el significado de bohemio
Esto le hace tener esa personalidad de no querer ir detrás de la prensa, de ser libre y no tener que pedirles nada. Es una persona que quiere vivir para el arte, entonces no se compra y no quiere arrastrarse a la prensa. Max dice que es el primer poeta de España y que no entiende como han podido despedirle, es un bohemio, libre. 
      
DORIO DE GADEX: Maestro, preséntese usted a un sillón de la Academia.
MAX: No lo digas en burla, idiota. ¡Me sobran méritos! Pero esa prensa miserable me boicotea. Odian mi rebeldía y odian mi talento. Para medrar hay que ser agradador de todos los Segismundos. ¡El Buey Apis me despide como a un criado! ¡La Academia me ignora! ¡Y soy el primer poeta de España! ¡El primero! ¡El primero! ¡Y ayuno! ¡Y no me humillo pidiendo limosna! ¡Y no me parte un rayo! ¡Yo soy el verdadero inmortal y no esos cabrones del cotarro académico! ¡Muera Maura!
LOS MODERNISTAS: ¡Muera! ¡Muera! ¡Muera!
CLARINITO: Maestro, nosotros los jóvenes impondremos la candidatura de usted para un sillón de la Academia.
DORIO DE GADEX: Precisamente ahora está vacante el sillón de Don Benito el Garbancero.
MAX: Nombrarán al Sargento Basallo.

                                                              ESCENA 2

Max es detenido por escándalo público y consigue salir del calabozo gracias a que intercede un  amigo suyo  de la juventud que ahora es ministro. Fíjate en cómo le ha ido la vida de uno y otro. Los dos eran aficionados a la literatura pero luego llevaron sus vidas por distintos caminos. Puedes ver esta escena en el minuto 59 de la película: LUCES DE BOHEMIA PELÍCULA:

- ¿A quién le ha ido mejor? 
En la vida le ha ido mejor al ministro, ya que se ha convertido en eso, en ministro. En cambio, Max, padece ceguera y a su familia tampoco le fue muy bien. En esta escena vemos que dice que su hermano ha muerto y que su hermana está en un convento, sus demás hermanos, también murieron. 
- El ministro dice que su época de bohemia fue la mejor de su vida, ¿crees que dice la verdad o lo dice con la boca pequeña?
Creo que dice la verdad. Porque al ser bohemio se es "libre", siendo ministro tiene dinero y vive bien, pero no tendrá tanta libertad que cuando su época bohemia, además tiene que estar al cargo de muchas cosas lo que hace que tenga menos tiempo. Yo diría que dice la verdad, que la época bohemia para él, fue la mejor. Pero que, ahora mismo, no se cambiaría por Max, ya que él tiene riquezas y vive una vida cómoda.

Lo dice con la boca pequeña, ya que intenta decir que fue un bohemio, sin embargo Valle nos esta intentando transmitir aquí esa falsedad de bohemia que había en la época, también porque si hubieses sido un buen bohemio no se hubiera metido a ministro, Max se ríe de este comentario.
-  ¿Qué opina Max Estrella de la profesión de escritor? 
Max piensa que la profesión de escritor no da para mucho, es decir, que se tiene poco dinero para pagarse los alimentos y las cosas necesarias para vivir. Es una profesión que si escribes para ello, y no triunfa, estarás en la miseria, como Max Estrella.
- ¿De dónde saca el ministro el dinero para pagar el sueldo a Max? 
 El ministro saca el dinero del banco, saca dinero que no se usa. De esta forma es corrupto, una de las cosas que critica Valle Inclán en sus obras. Aquí podemos ver las críticas de Valle que hacía de los políticos como el ministro.
- ¿Qué denuncia Valle Inclán con ello?
Como he dicho antes, Valle Inclán critica a los políticos corruptos que se aprovechan del dinero que no se usa para darlo. Por ejemplo, aquí el ministro le da el dinero sacado del banco, es un dinero que no se usa y que es del banco, entonces ahí podemos ver la corrupción que denuncia Valle.

Su Excelencia abre la puerta de su despacho y asoma en mangas de camisa, la bragueta desabrochada, el chaleco suelto, y los quevedos pendientes de un cordón, como dos ojos absurdos bailándole sobre la panza.

EL MINISTRO: ¿Qué escándalo es éste, Dieguito?
DIEGUITO: Señor Ministro, no he podido evitarlo.
MAX: ¡Un amigo de los tiempos heroicos! ¡No me reconoces, Paco! ¡Tanto me ha cambiado la vida! ¡No me reconoces! ¡Soy Máximo Estrella!
EL MINISTRO: ¡ Claro! ¡Claro! ¡Claro! ¿Pero estás ciego?
MAX: Como Homero y como Belisario.
EL MINISTRO: Una ceguera accidental, supongo...
MAX: Definitiva e irrevocable. Es el regalo de Venus.
EL MINISTRO: Válgate Dios. ¿Y cómo no te has acordado de venir a verme antes de ahora? Apenas leo tu firma en los periódicos.
MAX: ¡Vivo olvidado! Tú has sido un vidente dejando las letras por hacernos felices gobernando. Paco, las letras no dan para comer. ¡Las letras son colorín, pingajo y hambre!
EL MINISTRO: Las letras, ciertamente, no tienen la consideración que debieran, pero son ya un valor que se cotiza. Amigo Max, yo voy a continuar trabajando. A este pollo le dejas una nota de lo que deseas... Llegas ya un poco tarde.
MAX: Llego en mi hora. No vengo a pedir nada. Vengo a exigir una satisfacción y un castigo. Soy ciego, me llaman poeta, vivo de hacer versos y vivo miserable. Estás pensando que soy un borracho. ¡Afortunadamente! Si no fuese un borracho ya me hubiera pegado un tiro. ¡Paco, tus sicarios no tienen derecho a escupirme y abofetearme, y vengo a pedir un castigo para esa turba de miserables, y un desagravio a la Diosa Minerva!
EL MINISTRO: Amigo Max, yo no estoy enterado de nada. ¿Qué ha pasado, Dieguito?
DIEGUITO: Como hay un poco de tumulto callejero, y no se consienten grupos, y estaba algo excitado el maestro...
MAX: He sido injustamente detenido, inquisitorialmente torturado. En las muñecas tengo las señales.
EL MINISTRO: ¿Qué parte han dado los guardias, Dieguito?
DIEGUITO: En puridad, lo que acabo de resumir al Señor Ministro.
MAX: ¡Pues es mentira! He sido detenido por la arbitrariedad de un legionario, a quien pregunté, ingenuo, si sabía los cuatro dialectos griegos.
EL MINISTRO: Real y verdaderamente la pregunta es arbitraria. ¡Suponerle a un guardia tan altas Humanidades!
MAX: Era un teniente.
EL MINISTRO: Como si fuese un Capitán General. ¡No estás sin ninguna culpa! ¡Eres siempre el mismo calvatrueno! ¡Para ti no pasan los años! ¡Ay, cómo envidio tu eterno buen humor!
MAX: ¡Para mí, siempre es de noche! Hace un año que estoy ciego. Dicto y mi mujer escribe, pero no es posible.
EL MINISTRO: ¿Tu mujer es francesa?
MAX: Una santa del Cielo, que escribe el español con una ortografía del Infierno. Tengo que dictarle letra por letra. Las ideas se me desvanecen. ¡Un tormento! Si hubiera pan en mi casa, maldito si me apenaba la ceguera. El ciego se entera mejor de las cosas del mundo, los ojos son unos ilusionados embusteros. ¡Adiós, Paco! Conste que no he venido a pedirte ningún favor. Max Estrella no es el pobrete molesto.
EL MINISTRO: Espera, no te vayas, Máximo. Ya que has venido, hablemos. Tú resucitas toda una época de mi vida, acaso la mejor. ¡Oué lejana! Estudiábamos juntos. Vivíais en la calle del Recuerdo. Tenías una hermana. De tu hermana anduve yo enamorado. ¡Por ella hice versos!
MAX: 
¡Calle del Recuerdo,
Ventana de Helena,
La niña morena
Que asomada vi!
¡Calle del Recuerdo
Rondalla de tuna,
Y escala de luna
Que en ella prendí!
 
EL MINISTRO: ¡Qué memoria la tuya! ¡Me dejas maravillado! ¿Qué fue de tu hermana?
MAX: Entró en un convento.
EL MINISTRO: ¿Y tu hermano Alex?
MAX: ¡Murió!
EL MINISTRO: ¿Y los otros? ¡Érais muchos!
MAX: ¡Creo que todos han muerto!
EL MINISTRO: ¡No has cambiado!... Max, yo no quiero herir tu delicadeza, pero en tanto dure aquí, puedo darte un sueldo.
MAX: ¡Gracias!
EL MINISTRO: ¿Aceptas?
MAX: ¡Qué remedio!
EL MINISTRO: Tome usted nota, Dieguito. ¿Dónde vives, Max?
MAX: Dispóngase usted a escribir largo, joven maestro: -Bastardillos, veintitrés, duplicado, Escalera interior, Guardilla B-. Nota. Si en este laberinto hiciese falta un hilo para guiarse, no se le pida a la portera, porque muerde.
EL MINISTRO: ¡Cómo te envidio el humor!
MAX: El mundo es mío, todo me sonríe, soy un hombre sin penas.
EL MINISTRO: ¡Te envidio!
MAX: ¡Paco, no seas majadero!
EL MINISTRO: Max, todos los meses te llevarán el haber a tu casa. ¡Ahora, adiós! ¡Dame un abrazo!
MAX: Toma un dedo, y no te enternezcas.
EL MINISTRO: ¡Adiós, Genio y Desorden!
MAX: Conste que he venido a pedir un desagravio para mi dignidad, y un castigo para unos canallas. Conste que no alcanzo ninguna de las dos cosas, y que me das dinero, y que lo acepto porque soy un canalla. No me estaba permitido irme del mundo sin haber tocado alguna vez el fondo de los Reptiles. ¡Me he ganado los brazos de Su Excelencia!

MÁXIMO ESTRELLA, con los brazos abiertos en cruz, la cabeza erguida, los ojos parados, trágicos en su ciega quietud, avanza como un fantasma. Su Excelencia, tripudo, repintado, mantecoso, responde con un arranque de cómico viejo, en el buen melodrama francés. Se abrazan los dos. Su Excelencia, al separarse, tiene una lágrima detenida en los párpados. Estrecha la mano del bohemio, y deja en ella algunos billetes.

EL MINISTRO: ¡Adiós! ¡Adiós! Créeme que no olvidaré este momento.
MAX: ¡Adiós, Paco! ¡Gracias en nombre de dos pobres mujeres!

Su Excelencia toca un timbre. EL UJIER acude soñoliento. MÁXIMO ESTRELLA, tanteando con el palo, va derecho hacia el fondo de la estancia, donde hay un balcón.

EL MINISTRO: Fernández, acompañe usted a ese caballero, y déjele en un coche.
MAX: Seguramente que me espera en la puerta mi perro.
EL UJIER: Quien le espera a usted es un sujeto de edad, en la antesala.
MAX: Don Latino de Hispalis: Mi perro.

EL UJIER toma de la manga al bohemio. Con aire torpón le saca del despacho, y guipa al soslayo el gesto de Su Excelencia. Aquel gesto manido de actor de carácter en la gran escena del reconocimiento.

EL MINISTRO: ¡Querido Dieguito, ahí tiene usted un hombre a quien le ha faltado el resorte de la voluntad! Lo tuvo todo, figura, palabra, gracejo. Su charla cambiaba de colores como las llamas de un ponche.
DIEGUITO: ¡Qué imagen soberbia!
EL MINISTRO: ¡Sin duda, era el que más valía entre los de mi tiempo!
DIEGUITO: Pues véalo usted ahora en medio del arroyo, oliendo a aguardiente, y saludando en francés a las proxenetas.
EL MINISTRO: ¡Veinte años! ¡Una vida! ¡E, inopinadamente, reaparece ese espectro de la bohemia! Yo me salvé del desastre renunciando al goce de hacer versos. Dieguito, usted de esto no sabe nada, porque usted no ha nacido poeta.
DIEGUITO: ¡Lagarto! ¡Lagarto!
EL MINISTRO: ¡Ay, Dieguito, usted no alcanzará nunca lo que son ilusión y bohemia! Usted ha nacido institucionista, usted no es un renegado del mundo del ensueño. ¡Yo, sí!
DIEGUITO: ¿Lo lamenta usted, Don Francisco?
EL MINISTRO: Creo que lo lamento.
DIEGUITO: ¿El Excelentísimo Señor Ministro de la Gobernación, se cambiaría por el poeta Mala-Estrella?
EL MINISTRO: ¡Ya se ha puesto la toga y los vuelillos el Señor Licenciado Don Diego del Corral! Suspenda un momento el interrogatorio su señoría, y vaya pensando cómo se justifican las pesetas que hemos de darle a Máximo Estrella.
DIEGUITO: Las tomaremos de los fondos de Policía.
EL MINISTRO: ¡Eironeia!

Su Excelencia se hunde en una poltrona, ante la chimenea que aventa sobre la alfombra una claridad trémula. Enciende un cigarro con sortija, y pide La Gaceta. Cabálgase los lentes, le pasa la vista, se hace un gorro, y se duerme.
        
                  TEMA 2: CRÍTICA A LA BURGUESÍA Y A LOS POLÍTICOS
                                                      ESCENA 1
Max Estrella ha sido detenido por escándalo público y en el calabozo coincide con un preso que se ha negado a ir reclutado a la guerra de Marruecos. En el minuto 48 tienes esta escena: LUCES DE BOHEMIA PELÍCULA:

- ¿Qué opinan el preso y Max Estrella de la burguesía española? 
 Opinan que la burguesía tenía todo el poder debido a su gran riqueza económica. Esto quiere decir, que la burguesía era superior a las demás clases sociales por el dinero y por lo militar. Daban mucha más importancia al dinero, y no tanta al trabajo.
- ¿Qué solución propone el preso para acabar con las injusticias sociales?
El preso dice que hay que destruir a las riquezas, que hay que hacer imposible el orden anterior y que esto se consigue destruyéndolas. También dice que acabando con la ciudad, acabarán con el judaísmo francés. Max si que está de acuerdo con el preso, dice que no se opone a ello.
- ¿Está Max Estrella de acuerdo con él?
-  ¿Qué dice el preso que le va a a ocurrir por culpa de la ley de fugas (disparar a matar a los presos que huyen)? 
Dice que se divertirán dándole tormento como dice él, es decir, disparándole y matándole. Dice que le sacarán la vida los que tienen a su cargo la defensa del pueblo. El preso dice que cuando muera, los que le maten se van a divertir con ello.
- ¿Crees que semejante escena podía ser representada en aquella época? ¿Por qué? 
No, porque hace una crítica a la burguesía de la época y a las injusticias sociales. No podría ser representada porque el público, es decir, la burguesía, se vería criticada de una forma muy fuerte. No como lo hacía Benavente, sino que Valle criticaba a la sociedad y a las injusticias sociales de una manera muy peculiar, lo que hizo que no triunfara su teatro.
El calabozo. Sótano mal alumbrado por una candileja. En la sombra se mueve el bulto de un hombre. Blusa, tapabocas y alpargatas. Pasea hablando solo. Repentinamente se abre la puerta. MAX ESTRELLA, empujado y trompicando, rueda al fondo del calabozo. Se cierra de golpe la puerta.

MAX: ¡Canallasl. ¡Asalariados! ¡Cobardes!
VOZ FUERA: ¡Aún vas a llevar mancuerna!
MAX: ¡Esbirro!

Sale de la tiniebla el bulto del hombre morador del calabozo. Bajo la luz se le ve esposado, con la cara llena de sangre.

EL PRESO: ¡Buenas noches!
MAX: ¿No estoy solo?
EL PRESO: Así parece.
MAX: ¿Quién eres, compañero?
EL PRESO: Un paria.
MAX: ¿Catalán?
EL PRESO: De todas partes.
MAX: ¡Paria!... Solamente los obreros catalanes aguijan su rebeldía con ese denigrante epíteto. Paria, en bocas como la tuya, es una espuela. Pronto llegará vuestra hora.
EL PRESO: Tiene usted luces que no todos tienen. Barcelona alimenta una hoguera de odio, soy obrero barcelonés, y a orgullo lo tengo.
MAX: ¿Eres anarquista?
EL PRESO: Soy lo que me han hecho las Leyes.
MAX: Pertenecemos a la misma Iglesia.
EL PRESO: Usted lleva chalina.
MAX: ¡El dogal de la más horrible servidumbre! Me lo arrancaré, para que hablemos.
EL PRESO: Usted no es proletario.
MAX: Yo soy el dolor de un mal sueño.
EL PRESO: Parece usted hombre de luces. Su hablar es como de otros tiempos.
MAX: Yo soy un poeta ciego.
EL PRESO: ¡No es pequeña desgracia!... En España el trabajo y la inteligencia siempre se han visto menospreciados. Aquí todo lo manda el dinero.
MAX: Hay que establecer la guillotina eléctrica en la Puerta del Sol.
EL PRESO: No basta. El ideal revolucionario tiene que ser la destrucción de la riqueza, como en Rusia. No es suficiente la degollación de todos los ricos. Siempre aparecerá un heredero, y aun cuando se suprima la herencia, no podrá evitarse que los despojados conspiren para recobrarla. Hay que hacer imposible el orden anterior, y eso sólo se consigue destruyendo la riqueza. Barcelona industrial tiene que hundirse para renacer de sus escombros con otro concepto de la propiedad y del trabajo. En Europa, el patrono de más negra entraña es el catalán, y no digo del mundo porque existen las Colonias Españolas de América. ¡Barcelona solamente se salva pereciendo!
MAX: ¡Barcelona es cara a mi corazón!
EL PRESO: ¡Yo también la recuerdo!
MAX: Yo le debo los únicos goces en la lobreguez de mi ceguera. Todos los días, un patrono muerto, algunas veces, dos... Eso consuela.
EL PRESO: No cuenta usted los obreros que caen...
MAX: Los obreros se reproducen populosamente, de un modo comparable a las moscas. En cambio, los patronos, como los elefantes, como todas las bestias poderosas y prehistóricas, procrean lentamente. Saulo, hay que difundir por el mundo la religión nueva.
EL PRESO: Mi nombre es Mateo.
MAX: Yo te bautizo Saulo. Soy poeta y tengo el derecho al alfabeto. Escucha para cuando seas libre, Saulo. Una buena cacería puede encarecer la piel de patrono catalán por encima del marfil de Calcuta.
EL PRESO: En ello laboramos.
MAX: Y en último consuelo, aun cabe pensar que exterminando al proletario también se extermina al patrón.
EL PRESO: Acabando con la ciudad, acabaremos con el judaísmo barcelonés.
MAX: No me opongo. Barcelona semita sea destruida, como Cartago y Jerusalén. ¡Alea jacta est! Dame la mano.
EL PRESO: Estoy esposado.
MAX: ¿Eres joven? No puedo verte.
EL PRESO: Soy joven. Treinta años.
MAX: ¿De qué te acusan?
EL PRESO: Es cuento largo. Soy tachado de rebelde... No quise dejar el telar por ir a la guerra y levanté un motín en la fábrica. Me denunció el patrón, cumplí condena, recorrí el mundo buscando trabajo, y ahora voy por tránsitos, reclamado de no sé qué jueces. Conozco la suerte que me espera: Cuatro tiros por intento de fuga. Bueno. Si no es más que eso...
MAX: ¿Pues qué temes?
EL PRESO: Que se diviertan dándome tormento.
MAX: ¡Bárbaros!
EL PRESO: Hay que conocerlos.
MAX: Canallas. ¡Y ésos son los que protestan de la leyenda negra!
EL PRESO: Por siete pesetas, al cruzar un lugar solitario, me sacarán la vida los que tienen a su cargo la defensa del pueblo. ¡Y a esto llaman justicia los ricos canallas!
MAX: Los ricos y los pobres, la barbarie ibérica es unánime.
EL PRESO: ¡Todos!
MAX: ¡Todos! ¿Mateo, dónde está la bomba que destripe el terrón maldito de España?
EL PRESO: Señor poeta que tanto adivina, ¿no ha visto usted una mano levantada?

Se abre la puerta del calabozo, y EL LLAVERO, con jactancia de rufo, ordena al preso maniatado que le acompañe.

EL LLAVERO: Tú, catalán, ¡disponte!
EL PRESO: Estoy dispuesto.
EL LLAVERO: Pues andando. Gachó, vas a salir en viaje de recreo.

El esposado, con resignada entereza, se acerca al ciego y le toca el hombro con la barba. Se despide hablando a media voz.

EL PRESO: Llegó la mía... Creo que no volveremos a vernos...
MAX: ¡Es horrible!
EL PRESO: Van a matarme... ¿Qué dirá mañana esa Prensa canalla?
MAX: Lo que le manden.
EL PRESO: ¿Está usted llorando?
MAX: De impotencia y de rabia. Abracemonos, hermano.
                                                            ESCENA 2
      
Para disolver una manifestación popular, la policía dispara y mata accidentalmente a un niño. Luego se establece el siguiente diálogo entre la gente que muestra las distintas reacciones ante lo ocurrido. Ve hasta 1 hora y 18 minutos y tendrás esta escena:LUCES DE BOHEMIA PELÍCULA:

- ¿Cómo es la reacción de la burguesía (tabernero, empeñista, retirado) ante la trágica muerte del niño? 
La burguesía, en esta escena representada por el tabernero, el empeñista, el retirado... piensa que la mujer está exagerando y que está loca. Dicen que son desgracias inevitables para el restablecimiento del orden. Piensan que la madre del hijo está haciendo "teatro", que no es de verdad lo que hace, sino que está mintiendo para enmascarar la verdad.
- ¿Qué es lo único que les preocupa? 
¿Qué dice el albañil? 
El albañil dice que se ha matado por defender al comercio que les chupa la sangre. El tabernero dice que saldrán diciendo que no hubo los toques de ordenanza, a lo que el retirado dice que si los ha oído. El empeñista en cambio dice que le han destrozado el escaprate. Entonces, les preocupa que les indemnicen por los daños causados durante la revuelta.
 - Relaciona lo que al final dicen que le ha pasado a un preso fugado con los temores expresados por el preso en la escena anterior
Al igual que el preso de la anterior escena, este preso intenta fugarse. Los dos temen lo mismo, las burlas de la burguesía. No les asustaba, pero temían que pasara eso.
 - ¿Qué dice Max Estrella al final? 
Max, al igual que Valle, se compadecerá de las personas que sufren injusticias sociales. En esta obra, vemos que a través del personaje de Max denuncia que la vida del proletario no representa nada para el Gobierno. Max se queja de lo que están diciendo las personas que hay en ese momento, dicen que no es culpa de la policía, sino que son desgracias inevitables para el restablecimiento del orden. 


Una calle del Madrid austriaco. Las tapias de un convento. Un casón de nobles. Las luces de una taberna. Un grupo consternado de vecinas, en la acera. Una mujer, despechugada y ronca, tiene en los brazos a su niño muerto, la sien traspasada por el agujero de una bala. MAX ESTRELLA y DON LATINO hacen un alto.

MAX: También aquí se pisan cristales rotos.
DON LATINO: ¡La zurra ha sido buena!
MAX: ¡Canallas!... ¡Todos!... ¡Y los primeros nosotros, los poetas!
DON LATINO: ¡Se vive de milagro!
LA MADRE DEL NIÑO: ¡Maricas, cobardes! ¡El fuego del Infierno os abrase las negras entrañas! ¡Maricas, cobardes!
MAX: ¿Qué sucede, Latino? ¿Quién llora? ¿Quién grita con tal rabia?
DON LATINO: Una verdulera, que tiene a su chico muerto en los brazos.
MAX: ¡Me ha estremecido esa voz trágica!
LA MADRE DEL NIÑO: ¡Sicarios! ¡Asesinos de criaturas!
EL EMPEÑISTA: Está con algún trastorno, y no mide palabras.
EL GUARDIA: La autoridad también se hace el cargo.
EL TABERNERO: Son desgracias inevitables para el restablecimiento del orden.
EL EMPEÑISTA: Las turbas anárquicas me han destrozado el escaparate.
LA PORTERA: ¿Cómo no anduvo usted más vivo en echar los cierres?
EL EMPEÑISTA: Me tomó el tumulto fuera de casa. Supongo que se acordará el pago de daños a la propiedad privada.
EL TABERNERO: El pueblo que roba en los establecimientos públicos, donde se le abastece, es un pueblo sin ideales patrios.
LA MADRE DEL NIÑO: ¡Verdugos del hijo de mis entrañas!
UN ALBAÑIL: El pueblo tiene hambre.
EL EMPEÑISTA: Y mucha soberbia.
LA MADRE DEL NIÑO: ¡Maricas, cobardes!
UNA VIEJA: ¡Ten prudencia, Romualda!
LA MADRE DEL NIÑO: ¡Que me maten como a este rosal de Mayo!
LA TRAPERA: ¡Un inocente sin culpa! ¡Hay que considerarlo!
EL TABERNERO: Siempre saldréis diciendo que no hubo los toques de Ordenanza.
EL RETIRADO: Yo los he oído.
LA MADRE DEL NIÑO: ¡Mentira!
EL RETIRADO: Mi palabra es sagrada.
EL EMPEÑISTA: El dolor te enloquece, Romualda.
LA MADRE DEL NIÑO: ¡Asesinos! ¡Veros es ver al verdugo!
EL RETIRADO: El Principio de Autoridad es inexorable.
EL ALBAÑIL: Con los pobres. Se ha matado, por defender al comercio, que nos chupa la sangre.
EL TABERNERO: Y que paga sus contribuciones, no hay que olvidarlo.
El EMPEÑISTA: El comercio honrado no chupa la sangre de nadie.
LA PORTERA: ¡Nos quejamos de vicio!
EL ALBAÑIL: La vida del proletario no representa nada para el Gobierno.
MAX: Latino, sácame de este círculo infernal.

Llega un tableteo de fusilada. El grupo se mueve en confusa y medrosa alerta. Descuella el grito 
ronco de la mujer, que al ruido de las descargas aprieta a su niño muerto en los brazos.

LA MADRE DEL NIÑO: ¡Negros fusiles, matadme también con vuestros plomos!
MAX: Esa voz me traspasa.
LA MADRE DEL NIÑO: ¡Que tan fría, boca de nardo!
MAX: ¡Jamás oí voz con esa cólera trágica!
DON LATINO: Hay mucho de teatro.
MAX: ¡Imbécil!

El farol, el chuzo, la caperuza del sereno, bajan con un trote de madreñas por la acera.

EL EMPEÑISTA: ¿Qué ha sido, sereno?
EL SERENO: Un preso que ha intentado fugarse.
MAX: Latino, ya no puedo gritar... ¡Me muero de rabia!... Estoy mascando ortigas. Ese muerto sabía su fin... No le asustaba, pero temía el tormento... La Leyenda Negra, en estos días menguados, es la Historia de España. Nuestra vida es un círculo dantesco. Rabia y vergüenza. Me muero de hambre, satisfecho de no haber llevado una triste velilla en la trágica mojiganga. ¿Has oído los comentarios de esa gente, viejo canalla? Tú eres como ellos. Peor que ellos, porque no tienes una peseta y propagas la mala literatura, por entregas. Latino, vil corredor de aventuras insulsas, llévame al Viaducto. Te invito a regenerarte con un vuelo.
DON LATINO: ¡Max, no te pongas estupendo!

                                         TEMA 3: DEFINICIÓN DE ESPERPENTO
                              
                                                                ESCENA 1

      Max va a morir congelado en la puerta de su casa ante la presencia de Don Latino, que ni siquiera le abriga. Poco antes, hace una explicación de lo que es el esperpento y para ello utiliza los espejos deformantes que había en el Callejón del Gato de Madrid (son como los que hay en algunos parques de atracciones que hacen más gordo o más delgado al que se refleja). Hoy en el mismo sitio (donde ahora hay un famoso bar especializado en patatas bravas en la zona de Huertas en Madrid) sigue habiendo este tipo de espejos en homenaje a la obra y a su autor. Tienes esta escena a partir de 1 hora 24 m de la película LUCES DE BOHEMIA PELÍCULA :

- Relaciona la definición que Max Estrella hace del esperpento con lo que antes explicaste tú en la pregunta 3.1.2: 
Max Estrella dice que los héroes clásicos reflejados en los espejos cóncavos dan el esperpento y que la deformación deja de serlo cuando está sujeta a una matemática perfecta. El esperpento trata de deformar la realidad y ridiculizala de manera que produzca al mismo tiempo horror y risa. Max piensa que todos los héroes clásicos han ido a parar al callejón del gato, lugar donde se encuentran y encontraban dos espejos que te deformaban.
- ¿Por qué para Max Estrella/Valle Inclán los espejos deformantes son los únicos que pueden reflejar cómo es España? 
Porque los espejos del callejón del gato, son deformantes, es decir, que te miras en ellos y te resulta extraño ya que tu figura es deformada. Porque dan una imagen de "esperpento" a través de los espejos, que, como ya he dicho antes, deforman la realidad, que es lo que hace Valle Inclán en sus obras.
                              Callejón del Gato


Rinconada en costanilla y una iglesia barroca por fondo. Sobre las campanas negras, la luna clara. DON LATINO y MAX ESTRELLA filosofan sentados en el quicio de una puerta. A lo largo de su coloquio, se torna lívido el cielo. En el alero de la iglesia pían algunos pájaros. Remotos albores de amanecida. Ya se han ido los serenos, pero aún están las puertas cerradas. Despiertan las porteras.

MAX: ¿Debe estar amaneciendo?
DON LATINO: Así es.
MAX: ¡Y que frío!
DON LATINO: Vamos a dar unos pasos.
MAX: Ayúdame, que no puedo levantarme. ¡Estoy aterido!
DON LATINO: ¡Mira que haber empeñado la capa!
MAX: Préstame tu carrik, Latino.
DON LATINO: ¡Max, eres fantástico!
MAX: Ayúdame a ponerme en pie.
DON LATINO: ¡Arriba, carcunda!
MAX: ¡No me tengo!
DON LATINO: ¡Qué tuno eres!
MAX: ¡Idiota!
DON LATINO: ¡La verdad es que tienes una fisonomía algo rara!
MAX: ¡Don Latino de Hispalis, grotesco personaje, te inmortalizaré en una novela!
DON LATINO: Una tragedia, Max.
MAX: La tragedia nuestra no es tragedia.
DON LATINO: ¡Pues algo será!
MAX: El Esperpento.
DON LATINO: No tuerzas la boca, Max.
MAX: ¡Me estoy helando!
DON LATINO: Levántate. Vamos a caminar.
MAX: No puedo.
DON LATINO: Deja esa farsa. Vamos a caminar.
MAX: Échame el aliento. ¿Adónde te has ído, Latino?
DON LATINO: Estoy a tu lado.
MAX: Como te has convertido en buey, no podía reconocerte. Échame el aliento, ilustre buey del pesebre belenita. ¡Muge, Latino! Tú eres el cabestro, y si muges vendrá el Buey Apis. Lo torearemos.
DON LATINO: Me estás asustando. Debías dejar esa broma.
MAX: Los ultraístas son unos farsantes. El esperpentismo lo ha inventado Goya. Los héroes clásicos han ido a pasearse en el callejón del Gato.
DON LATINO: ¡Estás completamente curda!
MAX: Los héroes clásicos reflejados en los espejos cóncavos dan el Esperpento. El sentido trágico de la vida española sólo puede darse con una estética sistemáticamente deformada.
DON LATINO: ¡Miau! ¡Te estás contagiando!
MAX: España es una deformación grotesca de la civilización europea.
DON LATINO: ¡Pudiera! Yo me inhibo.
MAX: Las imágenes más bellas en un espejo cóncavo son absurdas.
DON LATINO: Conforme. Pero a mí me divierte mirarme en los espejos de la calle del Gato.
MAX: Y a mí. La deformación deja de serlo cuando está sujeta a una matemática perfecta, Mi estética actual es transformar con matemática de espejo cóncavo las normas clásicas.
DON LATINO: ¿Y dónde está el espejo?
MAX: En el fondo del vaso.
DON LATINO: ¡Eres genial! ¡Me quito el cráneo!
MAX: Latino, deformemos la expresión en el mismo espejo que nos deforma las caras y toda la vida miserable de España.
DON LATINO: Nos mudaremos al callejón del Gato.