domingo, 18 de octubre de 2015

El Romanticismo

EL ROMANTICISMO






1- EL ROMANTICISMO
             1.1- DEFINICIÓN:
                
                     1.1.1- Haz una definición del Romanticismo: qué es, explica a qué característica del ser humano dan importancia los románticos y cuál rechazan

El romanticismo es el movimiento cultural e intelectual, el cual tuvo lugar en el siglo XIX. Sus características principales son:

-Individualismo: Dan mucha importancia al ''Yo'' y no piensan como colectivo.
-Subjetivismo: Piensan que se puede explicar la realidad, a través de imaginar e intuir. Gracias a esto se impone el sentimiento ante la razón.
-Irracionalismo: Es parecido al subjetivismo, ya que con esto tratan de explicar la realidad incomprensible en base a sentimientos y no a la razón.
La Libertad: Se rechazan las reglas neoclásicas ya que se cree que estas no permiten ser libre al ser humano.

                     1.1.2- Explica dónde y cuándo surge.

Surge en el siglo XIX y surge en Alemania y Reino Unido. En España el romanticismo llega bastante tarde o retrasado con respecto a Europa, además la mayoría de los escritores románticos, no lo eran, sino que escribían "romanticismo de diseño", lo hacían por moda o por parecerse al resto y no destacar o ser diferente, que es justo lo que un verdadero romántico busca.

              1.2- CONTEXTO HISTÓRICO:




                     1.2.1- El nacimiento de Romanticismo está muy ligado a un acontecimiento histórico muy importante de la historia universal. Di cuál es, explica qué consecuencias tuvo este acontecimiento en la política y la sociedad de Europa (compara el régimen político que había antes con el nuevo)        
El acontecimiento que sucede es la Revolución Francesa, las consecuencias son que la movilidad de las tierras era libre, que ya no existía un grupo social cerrado, ya que se daba importancia al individuo y no al colectivo, obviamente supone el fin de la época anterior y el fin del AR que es un sistema monárquico en el cual el rey contiene el poder absoluto, por lo tanto ahora que con el romanticismo eso termina se ven todos los individuos iguales frente a la ley.
                      1.2.2- ¿Qué relación tienen estos cambios con la llegada del Romanticismo?
Los escritores románticos dejaron de ser anónimos para empezar a salir a la luz, escribían sus poemas y poesías para la realeza ya firmados con su nombre propio, también como ya no era un sistema absolutista la gente podía votar a quien quisieran que les gobernara, los escritores podrían hablar de casi todo lo que quisieran lo cual esto proporcionaba, más libertad de expresión y mas temas sobre los que poder redactar.

              1.3- TEMAS: :
                      1.3.1- Individualismo:
                    - ¿Por qué los románticos dan tanta importancia al YO?
Le dan importancia al YO porque se creían superiores intelectualmente al resto, lo cual les hacía entender el mundo de manera distinta a como lo hacemos ahora.
                    - En consecuencia, ¿qué tipos de temas predominan en la literatura romántica?
La libertad, el amor... Básicamente los sentimientos en total plenitud.
                     1.3.2- Irracionalismo:
                                    
                                             


                    - ¿Por qué los románticos desprecian la razón y dan toda la importancia a los sentimientos?
Porque ellos querían obtener toda la información y saber lo máximo para sentirse bien con ellos mismos, por lo tanto la razón les limitaba eso y por eso le dan mas importancia a los sentimientos y a las creencias.

                    1.3.3- La libertad:

                                       
                          



                   - ¿Qué es para los románticos la libertad?
Para los románticos la libertad es la base de todo, ellos cambiaron un sistema absolutista a uno liberal por que creían que era lo mejor, por lo tanto para ellos la libertad es todo, por lo tanto se les considera liberales.
                   - ¿Cómo repercute la libertad en el concepto romántico de la literatura?
  La representaban en las obras tanto mencionándola como aplicándola, ellos se saltaban las reglas de la literatura, escribían en prosa y en verso en los mismos poemas.
                   1.3.4- El rechazo del mundo:

     

                  - ¿Por qué los románticos rechazan el mundo que les rodea?
Porque se centran en el YO y se creen superiores al resto (el mundo que les rodea).
                  - ¿Qué salida encuentran en muchos casos?
Ellos estaban solos casi todo el tiempo les gustaba estar solos, pero la gran mayoría llegaban al extremo de suicidarse.
                    
                 1.3.5- La rebeldía:

                                     
                  
                    - ¿Por qué los románticos tienen una actitud rebelde ante lo establecido?
Ellos al ser liberales no siguen ninguna norma establecida por alguien que no sean ellos y que entre dentro de sus cabezas, por lo tanto como se creen superiores y quieren hacer lo que les apetezca porque eso es la libertad según ellos, pues esta libertad la transforman en rebeldía.
                    - ¿Qué tipo de personajes admiran por ello?
Admiran a la gente como ellos, rebeldes, a los que no se adaptaban a esa sociedad o no querían adaptarse como los mendigos, los piratas, pero luego también admiraban a seres que fueron rebeldes o que lo siguen siendo como Caín, que traicionó a Jesús, y a Satanás.

                    1.3.6- Evasión:
                                                       
                - ¿Por qué los románticos huyen de la realidad?
Porque no les gustaba la realidad por lo tanto vivían en la suya propia y en el lugar donde ellos fueran los mejores o así les consideraban en aquellos lugares.
                - ¿De qué dos formas se evaden de la realidad?
En la mayoría de los casos como he mencionado antes, recurrían al suicidio ya que creían que este les transportaría a un sitio mejor, pero también lo hacían regresando al pasado o imaginándose lugares fantásticos e imaginarios.

                    1.3.7- La naturaleza:
  b                         
                    - ¿Para qué utilizan los románticos la naturaleza?
La usan para identificarse con ella y por lo tanto mediante ella expresan sus estados de ánimo.
                    - En consecuencia, cómo es esa naturaleza?
La naturaleza puede variar dependiendo del estado de ánimo del romántico, por ejemplo si se siente triste o angustiado, se imagina un paisaje abandonado, oscuro, tétrico pero eso ya depende de la intensidad del sentimiento.

                    1.3.8- El amor:

                     - Explica cómo es la relación que tienen los románticos con la mujer
La relación que existe hacia la mujer no es atracción física sino sentimental, ya que era lo fundamental para ellos, a la vez, la idealizaban y al hacer esto se daban cuanta de como era de verdad y se decepcionaban.
                     - ¿Qué sentimientos le provoca esta relación?
En esta relación como he mencionado anteriormente, se aprecian en base a los sentimientos, pero el romántico se lleva una gran decepción al ver como es ella de verdad.


                     1.3.9- Identifica estos temas en el poema de Espronceda La Canción del pirata: di en qué versos los localizas explicando lo que dice en ellos. 

  Con diez cañones por banda,
viento en popa a toda vela,
no corta el mar, sino vuela,
un velero bergantín;
bajel pirata que llaman
por su bravura el Temido
en todo el mar conocido
del uno al otro confín. 
En esta estrofa consigo localizar la libertad y la rebeldía, la libertad cuando menciona que el velero no corta el mar sino vuela, y la rebeldía cuando menciona la bravura del Temido y que se le conoce en todos los mares.
 
           
          La luna en el mar riela,            
en la lona gime el viento
        y alza en blando movimiento
olas de plata y azul;
y ve el capitán pirata,
     cantando alegre en la popa,
         Asia a un lado, al otro Europa,
     Y allá a su frente Estambul:
En este veo naturaleza ya que habla de las olas y de la naturalidad del movimiento del barco al chocar con las olas del mar.


              -Navega, velero mío,             
                sin temor             
que ni enemigo navío,
   ni tormenta, ni bonanza
       tu rumbo a torcer alcanza, 
ni a sujetar tu valor. 
Veo rebeldía ya que menciona que nadie sujeta su valor y nadie ni nada lo va detener en su trayecto, también se resalta algún rasgo del individualismo, porque se aprecia que el velero va solo y no le acompaña nadie.
           

Veinte presas
hemos hecho
a despecho
del inglés
y han rendido
sus pendones
cien naciones
a mis pies. 
Se ve la rebeldía en las ganas de conquistar naciones, y en no respetar los otros países o naciones las cuales se han tenido que rendir a sus pies.
           

Que es mi barco mi tesoro,
que es mi Dios la libertad;
mi ley, la fuerza y el viento;
mi única patria, la mar.
Libertad y naturaleza, ya que habla de el viento de la mar y individualismo porque da importancia al YO, mencionando que todo es suyo con el uso del posesivo MI.


Allá muevan feroz guerra
ciegos reyes
por un palmo más de tierra,
que yo tengo aquí por mío
cuanto abarca el mar bravío
a quien nadie impuso leyes.
Se ve la libertad, ya que dice que se encuentra en un sitio sin leyes y sin nada que tener que respetar, también el individualismo ya que se cree mas inteligente que los reyes y los desprecia.


Y no hay playa
sea cualquiera,
ni bandera
de esplendor,
que no sienta
mi derecho
y dé pecho
a mi valor
Veo libertad ya que menciona su derecho, como que impone su ley allá donde va, y tambien individualismo ya que habla del MI.


Que es mi barco mi tesoro,
que es mi Dios la libertad;
mi ley, la fuerza y el viento;
mi única patria, la mar.

A la voz de ¡barco viene!,
es de ver
cómo vira y se previene
a todo trapo a escapar:
que yo soy el rey del mar
y mi furia es de temer. 
Veo en esta estrofa la naturaleza, que se puede apreciar cuando menciona la mar y la fuerza del viento y también el individualismo por el uso del MI.
           

En las presas
yo divido
lo cogido
por igual:
sólo quiero
por riqueza
la belleza
sin rival.
Quiere la belleza y los sentimientos, no quiere nada mas, aquí se puede interpretar como idealiza a la mujer y piensa que es perfecta por su belleza y los sentimientos que le transite.


Que es mi barco mi tesoro,
que es mi Dios la libertad;
mi ley, la fuerza y el viento;
mi única patria, la mar.
¡Sentenciado estoy a muerte!
Yo me río:            
no me abandone la suerte,
y al mismo que me condena
colgaré de alguna antena
quizá en su propio navío.
Libertad porque la menciona directamente y habla de que es para el, habla de la rebeldía, que al que lo condena lo colgará porque no cree que deba haber reglas.


                                        Y si caigo,             
¿qué es la vida?
Por perdida
ya la di
cuando el yugo
del esclavo
como un bravo sacudí.
El rechazo de la vida, ya que menciona que la da por perdida y no quiere seguir en ella.


                               Que es mi barco mi tesoro,                         
que es mi Dios la libertad;
  mi ley, la fuerza y el viento;
mi única patria, la mar.

Son mi música mejor
aquilones,
el estrépito y temblor
de los cables sacudidos
del negro mar los bramidos
y el rugir de mis cañones.
La libertad y la naturaleza cuando menciona la fuerza del viento y la libertad porque la esta describiendo, también se ve el uso de los sentimientos y como se imaginaban las cosas.


Y del trueno
al son violento,
y del viento,
al rebramar,
yo me duermo
sosegado,
arrullado
por el mar.
La naturaleza ya que menciona el trueno y la mar, y también la libertad al decir que no duerme sosegado que el duerme libre.


Que es mi barco mi tesoro,
que es mi Dios la libertad;
mi ley, la fuerza y el viento;
mi única patria, la mar.
Libertad y naturaleza, porque esta en la mar con su barco y aparte la libertad, ya que se siente libre o liberado al no haber nadie que lo retenga



                                     2-EL  ROMANTICISMO EN ESPAÑA

 2.1- CONTEXTO HISTÓRICO:





                    2.1.1- Explica las circunstancias históricas concretas de España que hicieron que el Romanticismo llegara más tarde: qué régimen político había hasta 1808, qué paso este año, quiénes eran los afrancesados, qué eran las Cortes de Cádiz,  qué ocurrió después de la Guerra de Independencia, hasta que año duró el Absolutismo, qué régimen político sucedió al Absolutismo.
España en el siglo XIX es gobernada por una monarquía absoluta, la cual se le obliga a cambiarse cuando en 1808, invade España el ejercito francés, estos obligaron al rey a abdicar y proclamaron como nuevo rey de España a su hermano, llamado José, esto provocó la guerra de la independencia en España. La cual dividió España en tres partes, los absolutistas, en este grupo participaban, las clases altas como los nobles los cuales se beneficiaban si salía ganando en esta guerra el sistema absolutista, los liberales, los cuales se formaban por el pueblo llano sin beneficio alguno, y por ultimo los afrancesados, que eran cuidadanos españoles los cuales defendían el poder francés. Estos últimos siempre han sido considerados antipatriotas, los cuales eran unos ilustrados que buscaban un mejor futuro para España, el cual estaba pasando por las manos de esta nuevo sistema modernizado el cual podría empezar a introducir modernas reformas establecidas después de la revolución del pueblo francés. Después de esto se crean y organizan las Juntas Provinciales en Cádiz, 1812, estas son asociaciones o grupos de personas los cuales querían expulsar a los franceses de la península, estas lo consiguen y permiten el regreso de Fernando VII en 1814, sin embargo no se esperaban que cuando este ascendiera al poder, volviera de nuevo el antiguo régimen absolutista. No obstante, hubo bastantes problemas en el reinado tras la guerra, los nobles hacían oposición al pago de los impuestos establecidos, esto obliga al monarca a jurar y firmar la antigua constitución, dejando atrás el antiguo régimen durante un tiempo llamado Tirenio Liberal que fue desde 1820 hasta 1823, después volverá el absolutismo de nuevo hasta que llegue la muerte de Fernando VII en el año 1833, poco antes de morir propuso la ley sálica, ley que se estableció por el posterior reinado de su hija, Isabel II, que conseguiría el alzamiento de los ciudadanos a favor de su tío Carlos, quien defendía un régimen absolutista. Una vez fallecido Fernando, se termina el absolutismo y empieza el reinado de su hija, con esto una nueva etapa de modernización y avances en España, con un sistema liberal modificado ya que aceptó, al igual que su padre la constitución de 1812 tras pocos años de gobierno, mas dando mayor importancia a aspectos liberales como el parlamento, el cual limita bastante el poder a la reina.
                     2.1.2- ¿Cuánto tiempo duró el Romanticismo español?
El romanticismo duró unos 20 años, entre 1825 y 1844.
              2.2- LA POESÍA:
                     2.2.1- ¿Qué dos etapas se diferencian en la poesía romántica española?
Las dos etapas claras en la poesía romántica son la poesía romántica y la poesía post-romántica. La romántica la representa José de Espronceda y la post-romántica la representan Bècquer y Rosalía de Castro.
                     2.2.2- José de Espronceda: 

                     - ¿Qué datos biográficos le convierten en un auténtico romántico?
Porque el escritor nació en el año 1808 lo que demuestra que estaba vivo mientras el cambio en el sistema y el paso al romanticismo sucedía, y además participó en bastantes rebeliones ya que era defensor del liberalismo.
                     - ¿Quiénes eran los protagonistas de sus poemas?
Personajes rebeldes los cuales no encajaban de manera precisa en la sociedad o no se adaptaban bien.
                     - Pon el título de algunos de sus poemas
"La canción del pirata", "Sancho Saldaña", "El estudiante de Salamanca".
        
                                                                         
                    2.2.3- Rosalía de Castro: 
         
                    -  Títulos de sus libros de poemas
"Follas novas", "Cantares Gallegos", "En orillas del Sar"
                    - ¿En qué lenguas están escritos?
Cantares Gallegos y Follas Novas están escritos en gallego pero, sin embargo En orillas del Sar está escrito en Castellano.
                    - ¿Por qué su obra es tan importante para la lengua gallega?
En aquella época se denominaba al gallego como dialecto y no como lengua por lo tanto la mayoría de los lectores lo despreciaban y discriminaban.
                    - Temas  de su obra poética
El tema de Cantares Gallegos, es un canto grupal el cual intenta reflejar el desprecio hacia el idioma del gallego, antes conocido como dialecto, e hizo identificarse con el a la sociedad gallega, este libro también muestra características como el dolor, el paso del tiempo y sus cambios y además la nostalgia de cuando ella vivió su infancia.
                                                
                                               
  
   
                                                                                                                                    Río Sar
                         Tumba                                                                                                                                                                                                                           
                                                                                                                       
                2.2.4- Gustavo Adolfo Bécquer:
         
                - ¿ Qué datos biográficos le convierten en un auténtico romántico?
Era un bohemio, el muere joven lo cual le limita el tiempo para escribir sus poemas, pasó bastantes dificultades económicas, era aficionado a la pintura, además se casó sin estar enamorado y tuvo hijos.
                -  Temas de la Rimas
Rimas de amor,  pero dentro de esto también se incluyen temas como, la busca de alguien o algo ideal e inalcanzable, el desamor, como el lo vivió. También se mencionan rimas existenciales, que expresan el agobio y la angustia provocada por el paso del tiempo o por no comprender la vida tal y como es, ademas también usa rimas meta poéticas, en ellas piensa y reflexiona sobre el concepto de poesía y poema.
                - ¿Qué tenía de novedoso en la poesía española el lenguaje empleado este libro?
El lenguaje parece que es bastante sencillo y simple, pero en verdad esconde detrás un gran talento y conocimiento para usar el mismo.
           
                                                                   
        - A continuación tienes dos poemas de Bécquer que representan perfectamente sus temas y su lenguaje. Léelos y responde a las siguientes preguntas:

        1- ¿A cuál de los temas del libro de los que has hablado antes pertenecería este poema?
En este reflexiona sobre el concepto de poesía.
        2- ¿Qué reflexión hace Bécquer sobre él y sobre su vida?
Hace una profunda reflexión en la cual hace grandes comparaciones de el y su vida con la saeta, la vela, la ola del mar y la hoja arrastrada por el viento el las cuales ninguna sabe donde puede acabar.
        3- Fíjate en que todo el poema es una sucesión de término imaginarios (una saeta, una hoja, una ola, una luz). ¿Cuál crees que es el término real y en qué parte del poema aparece?
Su vida es el termino real con el que esta comparando todos esos imaginarios y aparece al final del poema.
        4- ¿Qué tienen en común el poeta y esas cuatro cosas?
Que ninguna de las cosas tanto esas 4 como la vida del poeta saben ni cuando van a acabar ni donde.
        5- El paralelismo es un recurso literario que consiste en repetir la misma estructura sintáctica de una frase. Escribe todos aquellos versos que sean paralelos entre sí

Paralelismos
                                                                    RIMA II

                                                         Saeta que voladora
                                                         cruza, arrojada al azar,
                                                         y que no se sabe dónde
                                                         temblando se clavará;  



                                                          hoja que del árbol seca
                                                         arrebata el vendaval,
                                                         sin que nadie acierte el surco
                                                         donde al polvo volverá;  
 

                                                           gigante ola que el viento
                                                          riza y empuja en el mar,
                                                          y rueda y pasa, y se ignora
                                                          qué playa buscando va;

                                                          luz que en cercos temblorosos
                                                          brilla, próxima a expirar,
                                                          y que no se sabe de ellos
                                                          cuál el último será;  


                                                          eso soy yo, que al acaso
                                                          cruzo el mundo sin pensar
                                                          de dónde vengo ni a dónde
                                                          mis pasos me llevarán.


        1- Compara la forma de hacer metáforas del poema anterior con este: ¿qué tienen en común?
Tienen en común que en las dos usa cada estrofa para hacer una metáfora distinta en las que al final todas son metáforas de la estrofa del final. Las rimas se parecen en que cada estrofa se descompone o divide en las mismas partes o fases:
1- Presentación de los objetos simbólicos o de los símbolos.
2- Que hacen esos símbolos o que función tienen.
3- Como se conocen los dos símbolos.
4- La unión de los mismos lo cual significa en parte la destrucción de los mismos.
        2- Según este poema, ¿en qué consiste el amor para Bécquer?
En dos almas que se unen porque son parejas o están destinadas a estar la una con la otra de una u otra forma.
        3- ¿Encuentras paralelismo en este poema?¿Dónde?
Paralelismo

                                                                   RIMA XXIV
                         
                                                          Dos rojas lenguas de fuego
                                                          que a un mismo tronco enlazadas
                                                          se aproximan y, al besarse,
                                                          forman una sola llama. 
                       

                                                           Dos notas que del laúd
                                                           a un tiempo la mano arranca,
                                                           y en el espacio se encuentran
                                                           y armoniosas se abrazan. 


                                                            Dos olas que vienen juntas
                                                           a morir sobre una playa
                                                           y que al romper se coronan
                                                           con un penacho  de plata. 


                                                             Dos jirones de vapor
                                                            que del lago se levantan
                                                            y, al juntarse allá en el cielo,
                                                            forman una nube blanca. 


                                                            Dos ideas que al par brotan;
                                                            dos besos que a un tiempo estallan,
                                                            dos ecos que se confunden;
                                                            eso son nuestras dos almas.



               2.3- EL ENSAYO:

                      2.3.1-Mariano José de Larra:


                  - Vida y personalidad: ¿Cuándo y dónde nació Mariano José de Larra? ¿Por qué su familia tuvo que exiliarse?¿Cuándo vuelve a España? ¿Cuál era su ideología política? ¿A qué se dedicó profesionalmente?¿Qué frustraciones en su vida influyeron en su personalidad decepcionada típica del Romanticismo?¿Cuándo y en qué circunstancias muere? ¿Te parece una forma de morir típica del Romanticismo?¿Por qué?

Larra nació el 24 de Marzo de 1809 en Madrid.

A parte de ser un gran escritor, se dedicó al periodismo.Escribía artículos en varios periódicos en los que criticaba la sociedad del momento.
Su oposición ante el gobierno de Fernando VII, que representaba los males que amenazaban a la patria y su desdichada vida amorosa marcaron su personalidad, siendo en claro ejemplo de hombre romántico.

En la noche del 13 de Febrero de 1837, Larra se suicida en su casa de un disparo en la sien,poco después de que su amante le visitara para romper definitivamente la relación con él.
Su trágico final sí es típico del Romanticismo, porque muerte y amor están relacionados.Las pasiones terminan en tragedia y para los románticos : la muerte de amor es vida y la vida sin amor es muerte.



                 - ¿En qué se diferencian los artículos de costumbres de Larra de los de otros contemporáneos suyos como Mesonero Romanos?  Escribe cinco títulos. ¿Qué costumbres españolas no le gustaban? ¿Qué pretende hacer con estos artículos? Lee estos  artículos y contesta las siguientes preguntas: 
En Mesonero Romanos, Larra se limita a representar personajes típicos y escenas cotidianas de los madrileños, centrándose en sus rasgos más característicos y pintorescos. Pero en sus artículos de costumbres critica su sociedad, mostrando un rechazo hacia algunos personajes y situaciones cotidianas, provocando la modernización de la sociedad.Lo hace de una manera satírica y divertida. Su lenguaje es muy claro y directo.
Títulos de artículos de costumbre de Larra: " Los calaveras", "Vuelva usted mañana", "La diligencia","El castellano viejo" y "El casarse pronto y mal".
Larra es enemigo de la fiesta de los toros, de las partidas de billar,del lenguaje  chulesco, la pereza, no educación, profesiones y establecimientos  que esconden corrupción.
Lo que el autor intenta a través de sus artículos es que la gente cambie su modo de pensar y todos se encaminen hacia una sociedad mejor y más justa.
En El castellano viejo, Larra critica la mala educación del típico hombre castellano y las falsas apariencias.

                                                    EL CASTELLANO VIEJO 

1-¿Qué dice Larra sobre el estado del pavimento de las calles madrileñas?
No era muy seguro andar merodeando por allí, aparte no estaban nada cuidadas, en mal estado.
2- ¿Qué le hizo salir de sus pensamientos?
Alguien que se le presentó y le hizo una muestra de cariño dándole un abrazo y una palmada.
3- ¿Qué hizo luego ese conocido para presentarse?
Le puso las manos frente a los ojos para que no viera, y le dijo que le dijese quien era.
4-¿A qué le invita?
Le invita a una comida por motivo de celebración de su cumpleaños.
5-¿Cómo se toma su negativa?
Mal, no acepta que le diga un no por respuesta.
6-¿A qué clase social pertenece Braulio? Por tanto, ¿su falta de modales obedece a que no ha tenido acceso a la educación?
Braulio se encuentra en una clase social de nivel medio, obrera, y su falta de modales no se debe a el poco acceso o nulo que ha tenido a la educación sino que viene por otros motivos. Viene por la mala educación que recibió.
7-¿En qué consiste su patriotismo?
Que adora su país y la gente que vive en el, ya que idealiza y adora a todo ser humano que sea español.
8-¿A qué hora empiezan a comer?
A las 5 de la tarde.
10-¿Qué se imagina que va a pasar en la comida para que le proponga a Larra que se cambie de chaqueta? ¿Qué piensa Larra de esto?
Que se la va a manchar pero después piensa que no es necesario ya que no lo ve algo importante.
11-¿Fueron todos los que estaban invitados?
No, no fueron los invitados principales de aquella comida.
12-¿Estaban sentados cómodamente?¿Por qué?
No, porque dada la falta de espacio del lugar en comparación con la gente que había en el, estaban comiendo 15 personas donde normalmente deberían comer solo 8, a esto se debe el que estén incómodos.
13-¿Cómo les recomendó Braulio que comieran? ¿Qué hizo él como ejemplo de este consejo?
Sin etiqueta, y el lo que hizo fue echarse primero el cocido con su propia cuchara para que los demás le imitaran.
14-¿Cuál es el motivo, según Larra, de que la comida resultara un deseastre en todos los sentidos?
Que quiso hacer un festín especial a la gente que normalmente come sin etiqueta, ni educación, a parte la comida estaba un tanto mala, y estaban en un sitio un poco incómodo. Que los invitados de la comida, comen como siempre y no como en un festín entonces esta falta de modales y de malas costumbres hacen que la comida sea un desastre.
15-¿Qué hacían los convidados que tanto asco le daba a Larra: el niño, el gordo, doña Juana?
El niño tira huesos de las cerezas a los invitados a los ojos, el gordo deja al lado del pan los huesos chupados, y doña Juana que tiene los dientes amarillos y negros le da a probar de su tenedor y por cortesía tiene que aceptar.
16- Explica el incidente del capón
Un señor que se hace llamar trinchador, no consigue trinchar el capón, por lo tanto sale despedido y cae en el mantel, se derrama también todo el vino y para conseguir salvar el mantel se le echa sal encima, mientras le esta chorreando toda la salsa a Larra, después nerviosa se choca con otro criado y tiran todos los platos y las copas que este llevaba.
17-¿Cómo termina el convite para Larra?
Le obligan mas o menos a improvisar y recitar unos versos, tras esto la gente empieza a montar bulla y gracias a eso consigue escapar.

       Andábame días pasados por esas calles a buscar materiales para mis artículos. Embebido en mis pensamientos, me sorprendí varias veces a mí mismo riendo como un pobre hombre de mis propias ideas y moviendo maquinalmente los labios; algún tropezón me recordaba de cuando en cuando que para andar por el empedrado de Madrid no es la mejor circunstancia la de ser poeta ni filósofo; más de una sonrisa maligna, más de un gesto de admiración de los que a mi lado pasaban, me hacía reflexionar que los soliloquios no se deben hacer en público; y no pocos encontrones que al volver las esquinas di con quien tan distraída y rápidamente como yo las doblaba, me hicieron conocer que los distraídos no entran en el número de los cuerpos elásticos, y mucho menos de los seres gloriosos e impasibles. En semejante situación de mi espíritu, ¿qué sensación no debería producirme una horrible palmada que una gran mano, pegada (a lo que por entonces entendí) a un grandísimo brazo, vino a descargar sobre uno de mis hombros, que por desgracia no tienen punto alguno de semejanza con los de Atlante?

No queriendo dar a entender que desconocía este enérgico modo de anunciarse, ni desairar el agasajo de quien sin duda había creído hacérmele más que mediano, dejándome torcido para todo el día, traté sólo de volverme por conocer quien fuese tan mi amigo para tratarme tan mal; pero mi castellano viejo es hombre que cuando está de gracias no se ha de dejar ninguna en el tintero. ¿Cómo dirá el lector que siguió dándome pruebas de confianza y cariño? Echome las manos a los ojos y sujetándome por detrás:


-¿Quién soy? -gritaba alborozado con el buen éxito de su delicada travesura-. ¿Quién soy?
«Un animal», iba a responderle; pero me acordé de repente de quién podría ser, y sustituyendo cantidades iguales:
-Braulio eres -le dije.
Al oírme, suelta sus manos, ríe, se aprieta los ijares, alborota la calle y pónenos a entrambos en escena.
-¡Bien, mi amigo! ¿Pues en qué me has conocido?
-¿Quién pudiera sino tú...?
-¿Has venido ya de tu Vizcaya?
-No, Braulio, no he venido.
-Siempre el mismo genio. ¿Qué quieres?, es la pregunta del español. ¡Cuánto me alegro de que estés aquí! ¿Sabes que mañana son mis días?
-Te los deseo muy felices.
-Déjate de cumplimientos entre nosotros; ya sabes que yo soy franco y castellano viejo: el pan pan y el vino vino; por consiguiente exijo de ti que no vayas a dármelos; pero estás convidado.
-¿A qué?
-A comer conmigo.
-No es posible.
-No hay remedio.
-No puedo -insisto ya temblando.
-¿No puedes?
- Gracias.
  -¿Gracias? Vete a paseo; amigo, como no soy el duque de F..., ni el conde de P...
¿Quién se resiste a una sorpresa de esta especie?¿Quién quiere parecer vano?
-Pues si no es eso -me interrumpe-, te espero a las dos; en casa se come a la española; temprano.
Tengo mucha gente: tendremos al famoso X., que nos improvisará de lo lindo; T. nos cantará de sobremesa una rondeña con su gracia natural; y por la noche J. cantará y tocará alguna cosilla.
Esto me consoló algún tanto, y fue preciso ceder: un día malo, dije para mí, cualquiera lo pasa; en este mundo para conservar amigos es preciso tener el valor de aguantar sus obsequios.
-No faltarás, si no quieres que riñamos.
-No faltaré -dije con voz exánime y ánimo decaído, como el zorro que se revuelve inútilmente dentro de la trampa donde se ha dejado coger.
-Pues hasta mañana -y me dio un torniscón por despedida.
Vile marchar como el labrador ve alejarse la nube de su sembrado, y quedeme discurriendo cómo podían entenderse estas amistades tan hostiles y tan funestas.
Ya habrá conocido el lector, siendo tan perspicaz como yo le imagino, que mi amigo Braulio está muy lejos de pertenecer a lo que se llama gran mundo y sociedad de buen tono, pero no es tampoco un hombre de la clase inferior, puesto que es un empleado de los de segundo orden, que reúne entre su sueldo y su hacienda cuarenta mil reales de renta; que tiene una cintita atada al ojal y una crucecita a la sombra de la solapa; que es persona, en fin, cuya clase, familia y comodidades de ninguna manera se oponen a que tuviese una educación más escogida y modales más suaves e insinuantes. Mas la vanidad le ha sorprendido por donde ha sorprendido casi siempre a toda o a la mayor parte de nuestra clase media, y a toda nuestra clase baja. Es tal su patriotismo, que dará todas las lindezas del extranjero por un dedo de su país. Esta ceguedad le hace adoptar todas las  responsabilidades de tan inconsiderado cariño; de paso que defiende que no hay vinos como los españoles, en lo cual bien pude de tener razón, defiende que no hay educación como la española, en lo cual bien pudiera no tenerla; a trueque de defender que el cielo de Madrid es purísimo, defenderá que nuestras manolas son las más encantadoras de todas las mujeres: es un hombre, en fin, que vive de exclusivas, a quien le sucede poco más o menos lo que a una parienta mía, que se muere por las jorobas sólo porque tuvo un querido que llevaba una excrecencia bastante visible sobre entrambos omóplatos.
No hay que hablarle, pues, de estos usos sociales, de estos respetos mutuos, de estas reticencias urbanas, de esa delicadeza de trato que establece entre los hombres una preciosa armonía, diciendo sólo lo que debe agradar y callando siempre lo que puede ofender. Él se muere «por plantarle una fresca al lucero del alba», como suele decir, y cuando tiene un  resentimiento, se le «espeta a uno cara a cara». Como tiene trocados todos los frenos, dice de los cumplimientos que ya sabe lo que quiere decir «cumplo» y «miento»; llama a la urbanidad hipocresía, y a la decencia monadas; a toda cosa buena le aplica un mal apodo; el lenguaje de la finura es para él poco más que griego: cree que toda la crianza está reducida a decir «Dios guarde a ustedes» al entrar en una sala, y añadir «con permiso de usted» cada vez que se mueve; a preguntar a cada uno por toda su familia, y a despedirse de todo el mundo; cosas todas que así se guardará él de olvidarlas como de tener pacto con franceses. 
Llegaron las dos, y como yo conocía ya a mi Braulio, no me pareció conveniente acicalarme demasiado para ir a comer; estoy seguro de que se hubiera picado; no quise, sin embargo, excusar un frac de color y un pañuelo blanco, cosa indispensable en un día de días en semejantes casas; vestime sobre todo lo más despacio que me fue posible, como se reconcilia al pie del suplicio el infeliz reo, que quisiera tener cien pecados más que contar para ganar tiempo; era citado a las dos, y entré en la sala a las dos y media.
No quiero hablar de las infinitas visitas ceremoniosas que antes de la hora de comer entraron y salieron en aquella casa, entre las cuales no eran de despreciar todos los empleados de su oficina, con sus señoras y sus niños, y sus capas, y sus paraguas, y sus chanclos, y sus perritos; dejome en blanco los necios cumplimientos que se dijeron al señor de los días; no hablo del inmenso círculo con que guarnecía la sala el concurso de tantas personas heterogéneas, que hablaron de que el tiempo iba a mudar, y de que en invierno suele hacer más frío que en verano. Vengamos al caso: dieron las cuatro y nos hallamos solos los convidados. Desgraciadamente para mí, el señor de X., que debía divertirnos tanto, gran conocedor de esta clase de convites, había tenido la habilidad de ponerse malo aquella mañana; el famoso T. se hallaba oportunamente comprometido para otro convite; y la señorita que tan bien había de cantar y tocar estaba ronca, en tal disposición que se asombraba ella misma de que se la entendiese una sola palabra, y tenía un panadizo en un dedo. ¡Cuántas esperanzas desvanecidas!

-Supuesto que estamos los que hemos de comer -exclamó don Braulio-, vamos a la mesa, querida mía.
-Espera un momento -le contestó su esposa casi al oído-, con tanta visita yo he faltado algunos momentos de allá dentro y...
-Bien, pero mira que son las cuatro.
-Al instante comeremos.

       Las cinco eran cuando nos sentábamos a la mesa.

-Señores -dijo el anfitrión al vernos titubear en nuestras respectivas colocaciones-, exijo la mayor franqueza; en mi casa no se usan cumplimientos. ¡Ah, Fígaro!, quiero que estés con toda comodidad; eres poeta, y además estos señores, que saben nuestras íntimas relaciones, no se ofenderán si te prefiero; quítate el frac, no sea que le manches

-¿Qué tengo de manchar? -le respondí, mordiéndome los labios.
- No importa, te daré una chaqueta mía; siento que no haya para todos.
-No hay necesidad.
-¡Oh!, sí, sí, ¡mi chaqueta! Toma, mírala; un poco ancha te vendrá.
-Pero, Braulio...
-No hay remedio, no te andes con etiquetas.
      Y en esto me quita él mismo el frac, velis nolis, y quedo sepultado en una cumplida chaqueta rayada, por la  cual sólo asomaba los pies y la cabeza, y cuyas mangas no me permitirían comer probablemente. Dile las gracias: ¡al fin el hombre creía hacerme un obsequio!

       Los días en que mi amigo no tiene convidados se contenta con una mesa baja, poco más que banqueta de zapatero, porque él y su mujer, como dice, ¿para qué quieren más? Desde la tal mesita, y como se sube el agua del pozo, hace subir la comida hasta la boca, adonde llega goteando después de una larga travesía; porque pensar que estas gentes han de tener una mesa regular, y estar cómodos todos los días del año, es pensar en lo excusado. Ya se concibe, pues, que la instalación de una gran mesa de convite era un acontecimiento en aquella casa; así que se había creído capaz de contener catorce personas que éramos en una mesa donde apenas podrían comer ocho cómodamente. Hubimos de sentarnos de medio lado, como quien va a arrimar el hombro a la comida,  y entablaron los codos de los convidados íntimas relaciones entre sí con la más fraternal inteligencia del mundo. Colocáronme por mucha distinción entre un niño de cinco años, encaramado en unas almohadas que era preciso enderezar a cada momento porque las ladeaba la natural turbulencia de mi joven adlátere, y entre uno de esos hombres que ocupan en el mundo el espacio y sitio de tres, cuya corpulencia por todos lados se salía de madre de la única silla en que se hallaba sentado, digámoslo así, como en la punta de una aguja. Desdobláronse silenciosamente las servilletas, nuevas a la verdad, porque tampoco eran muebles en uso para todos los días, y fueron izadas por todos aquellos buenos señores a los ojales de sus fraques como cuerpos intermedios entre las salsas y las solapas.

-Ustedes harán penitencia, señores -exclamó el anfitrión una vez sentado-; pero hay que hacerse cargo de que no estamos en Genieys -frase que creyó preciso decir.
Necia afectación es ésta, si es mentira, dije yo para mí; y si verdad, gran torpeza convidar a los amigos a hacer penitencia.

Desgraciadamente no tardé mucho en conocer que había en aquella expresión más verdad de la que mi buen Braulio se figuraba. Interminables y de mal gusto fueron los cumplimientos con que para dar y recibir cada plato nos aburrimos unos a otros.

-Sírvase usted.
-Hágame usted el favor.
-De ninguna manera.
-No lo recibiré.
-Páselo usted a la señora.
-Está bien ahí.
-Perdone usted.
-Gracias.
-Sin etiqueta, señores -exclamó Braulio, y se echó el primero con su propia cuchara.

         Sucedió a la sopa un cocido surtido de todas las sabrosas impertinencias de este engorrosísimo, aunque buen plato; cruza por aquí la carne; por allá la verdura; acá los garbanzos; allá el jamón; la gallina por derecha; por medio el tocino; por izquierda los embuchados de Extremadura. Siguiole un plato de ternera mechada, que Dios maldiga, y a éste otro y otros y otros; mitad traídos de la fonda, que esto basta para que excusemos hacer su elogio, mitad hechos en casa por la criada de todos los días, por una vizcaína auxiliar tomada al intento para aquella festividad y por el ama de la casa, que en semejantes ocasiones debe estar en todo, y por consiguiente suele no estar nada.

-Este plato hay que disimularle -decía ésta de unos pichones-; están un poco quemados.
-Pero, mujer...
-Hombre, me aparté un momento, y ya sabes lo que son las criadas.
-¡Qué lástima que este pavo no haya estado media hora más al fuego! Se puso algo tarde.
-¿No les parece a ustedes que está algo ahumado este estofado?
-¿Qué quieres? Una no puede estar en todo.
-¡Oh, está excelente! -exclamábamos todos dejándonoslo en el plato-. ¡Excelente!
-Este pescado está pasado.
-Pues en el despacho de la diligencia del fresco dijeron que acababa de llegar. ¡El criado es tan bruto!
- ¿De dónde se ha traído este vino?
-En eso no tienes razón, porque es...
-Es malísimo.

         Estos diálogos cortos iban exornados con una infinidad de miradas furtivas del marido para advertirle continuamente a su mujer alguna negligencia, queriendo darnos a entender entrambos a dos que estaban muy al corriente de todas las fórmulas que en semejantes casos se reputan finura, y que todas las torpezas eran hijas de los criados, que nunca han de aprender a servir. Pero estas negligencias se repetían tan a menudo, servían tan poco ya las miradas, que le fue preciso al marido recurrir a los pellizcos y a los pisotones; y ya la señora, que a duras penas había podido hacerse superior hasta entonces a las persecuciones de su esposo, tenía la faz encendida y los ojos llorosos.

-Señora, no se incomode usted por eso -le dijo el que a su lado tenía.
-¡Ah!, les aseguro a ustedes que no vuelvo a hacer estas cosas en casa; ustedes no saben lo que es esto; otra vez, Braulio, iremos a la fonda y no tendrás...
-Usted, señora mía, hará lo que...
-¡Braulio! ¡Braulio!
Una tormenta espantosa estaba a punto de estallar; empero todos los convidados a porfía probamos a aplacar aquellas disputas, hijas del deseo de dar a entender la mayor delicadeza, para lo cual no fue poca parte la manía de Braulio y la expresión concluyente que dirigió de nuevo a la concurrencia acerca de la inutilidad de los cumplimientos, que así llamaba él a estar bien servido y al saber comer. ¿Hay nada más ridículo que estas gentes que quieren pasar por finas en medio de la más crasa ignorancia de los usos sociales; que para obsequiarle le obligan a usted a comer y beber por fuerza, y no le dejan medio de hacer su gusto? ¿Por qué habrá gentes que sólo quieren comer con alguna más limpieza los días de días?
A todo esto, el niño que a mi izquierda tenía, hacía saltar las aceitunas a un plato de magras con tomate, y una vino a parar a uno de mis ojos, que no volvió a ver claro en todo el día; y el señor gordo de mi derecha había tenido la precaución de ir dejando en el mantel, al lado de mi pan, los huesos de las suyas, y los de las aves que había roído; el convidado de enfrente, que se preciaba de trinchador, se había encargado de hacer la autopsia de un capón, o sea gallo, que esto nunca se supo: fuese por la edad avanzada de la víctima, fuese por los ningunos conocimientos anatómicos del victimario, jamás parecieron las coyunturas. «Este capón no tiene coyunturas», exclamaba el infeliz sudando y forcejeando, más como quien cava que como quien trincha. ¡Cosa más rara! En una de las embestidas resbaló el tenedor sobre el animal como si tuviera escama, y el capón, violentamente despedido, pareció querer tomar su vuelo como en sus tiempos más felices, y se posó en el mantel tranquilamente como pudiera en un palo de un gallinero.
       
     El susto fue general y la alarma llegó a su colmo cuando un surtidor de caldo, impulsado por el animal furioso, saltó a inundar mi limpísima camisa: levántase rápidamente a este punto el trinchador con ánimo de cazar el ave prófuga, y al precipitarse sobre ella, una botella que tiene a la derecha, con la que tropieza su brazo, abandonando su posición perpendicular, derrama un abundante caño de Valdepeñas sobre el capón y el mantel; corre el vino, auméntase la algazara, llueve la sal sobre el vino para salvar el mantel; para salvar la mesa se ingiere por debajo de él una servilleta, y una eminencia se levanta sobre el teatro de tantas ruinas. Una criada toda azorada retira el capón en el plato de su salsa; al pasar sobre mí hace una pequeña inclinación, y una lluvia maléfica de grasa desciende, como el rocío sobre los prados, a dejar eternas huellas en mi pantalón color de perla; la angustia y el aturdimiento de la criada no conocen término; retírase atolondrada sin acertar con las excusas; al volverse tropieza con el criado que traía una docena de platos limpios y una salvilla con las copas para los vinos generosos, y toda aquella máquina viene al suelo con el más horroroso estruendo y confusión. «¡Por San Pedro!», exclama dando una voz Braulio difundida ya sobre sus facciones una palidez mortal, al paso que brota fuego el rostro de su esposa. «Pero sigamos, señores, no ha sido nada», añade volviendo en sí.

           ¡Oh honradas casas donde un modesto cocido y un principio final constituyen la felicidad diaria de una familia, huid del tumulto de un convite de día de días! Sólo la costumbre de comer y servirse bien diariamente puede evitar semejantes destrozos.

         ¿Hay más desgracias? ¡Santo cielo! ¡Sí las hay para mí, infeliz! Doña Juana, la de los dientes negros y amarillos, me alarga de su plato y con su propio tenedor una fineza, que es indispensable aceptar y tragar; el niño se divierte en despedir a los ojos de los concurrentes los huesos disparados de las cerezas; don Leandro me hace probar el manzanilla exquisito, que he rehusado, en su misma copa, que conserva las indelebles señales de sus labios grasientos; mi gordo fuma ya sin cesar y me hace cañón de su chimenea; por fin, ¡oh última de las desgracias!, crece el alboroto y la conversación; roncas ya las voces, piden versos y décimas y no hay más poeta que Fígaro.

-Es preciso.
-Tiene usted que decir algo -claman todos.
-Désele pie forzado; que diga una copla a cada uno.
-Yo le daré el pie: «A don Braulio en este día».
-Señores, ¡por Dios!
-No hay remedio.
-En mi vida he improvisado.
-No se haga usted el chiquito.
-Me marcharé.
-Cerrar la puerta.
-No se sale de aquí sin decir algo.

        Y digo versos por fin, y vomito disparates, y los celebran, y crece la bulla y el humo y el infierno.
A Dios gracias, logro escaparme de aquel nuevo Pandemonio. Por fin, ya respiro el aire fresco y desembarazado de la calle; ya no hay necios, ya no hay castellanos viejos a mi alrededor.
-¡Santo Dios, yo te doy gracias, exclamo respirando, como el ciervo que acaba de escaparse de una docena de perros y que oye ya apenas sus ladridos; para de aquí en adelante no te pido riquezas, no te pido empleos, no honores; líbrame de los convites caseros y de días de días; líbrame de estas casas en que es un convite un acontecimiento, en que sólo se pone la mesa decente para los convidados, en que creen hacer obsequios cuando dan mortificaciones, en que se hacen finezas, en que se dicen versos, en que hay niños, en que hay gordos, en que reina, en fin, la brutal franqueza de los castellanos viejos! 
                                       
                                                        VUELVA USTED MAÑANA

1- ¿Como creía que éramos los españoles el amigo de Larra?
Tenía una idea bastante equivocada, ya que el tenía una idea un tanto exagerada de los españoles, se pensaba que eran muy caballerosos, ciertos y certeros y generosos, pero esto fue así hace dos siglos ahora eran bastante diferentes.
2- ¿A qué había venído a España ?
Asuntos complicados de familiares, proyectos para invertir y reclamaciones.
3-¿Cuánto tiempo pensaba mucho estar en España para resolver sus asuntos?
El pensaba estar como máximo quince días.
4- ¿Por qué se ríe Larra de sus pretensiones?
Porque desconfía mucho de que en en España los papeles y tramites se consigan hacer tan rápido.
5- ¿Qué le pasó con el genealogista, el traductor, el escribiente, el sastre, el zapatero, la planchadora y el sombrerero?
Todos tardaban mucho mas tiempo en hacer lo que el necesitaba tener hecho en bastante menos.
6- ¿Cómo se comportaban sus conocidos españoles cuando tenía una cita con él?
Pasaban de el, no le respondían, no le avisaban de que no iban a ir, o simplemente ni aparecían.
7- ¿Qué problemas burocráticos tiene el extranjero a la hora de invertir en un negocio en España?
Que los tramites son larguísimos.
8- ¿Qué opina el amigo español de Larra sobre la forma de hacer las cosas los españoles aunque estén mal hechas?
Que si siempre se han hecho así, que así se sigan haciendo.
9- ¿Qué opina también sobre las intenciones de los extranjeros?
Que hacer la competencia e intentar competir a ver quien hace las cosas mejor está mal.
10-¿Qué argumentos da Larra a favor de que los extranjeros son buenos para un país?
Son buenos porque traen talento y dinero al país que luego se quedará si ellos y su familia se quedan de tal forma que consiguen hacer que mejore el país.
11-¿Qué termina haciendo el amigo extranjero?
Se vuelve a su país, porque en España tardan tanto en hacer las cosas que no le da tiempo a hacer nada.
12- ¿Qué concluye dicendo Larra irónicamente sobre cómo influye en él la pereza española y e?
Describe mas o menos su vida de perezas y vagueza, además menciona que lleva 3 meses haciendo un solo articulo porque siempre lo deja para mañana y nunca lo termina.
        Gran persona debió de ser el primero que llamó pecado mortal a la pereza; nosotros, que ya en uno de nuestros artículos anteriores estuvimos más serios de lo que nunca nos habíamos propuesto, no entraremos ahora en largas y profundas investigaciones acerca de la historia de este pecado, por más que conozcamos que hay pecados que pican en historia, y que la historia de los pecados sería un tanto cuanto divertida. Convengamos solamente en que esta institución ha cerrado y cerrará las puertas del cielo a más de un cristiano.



       Estas reflexiones hacía yo casualmente no hace muchos días, cuando se presentó en mi casa un extranjero de estos que, en buena o en mala parte, han de tener siempre de nuestro país una idea exagerada e hiperbólica, de estos que, o creen que los hombres aquí son todavía los espléndidos, francos, generosos y caballerescos seres de hace dos siglos (...)
   
       Un extranjero de estos fue el que se presentó en mi casa, provisto de competentes cartas de recomendación para mi persona. Asuntos intrincados de familia, reclamaciones futuras, y aun proyectos vastos concebidos en París de invertir aquí sus cuantiosos caudales en tal cual especulación industrial o mercantil, eran los motivos que a nuestra patria le conducían.
 
       Acostumbrado a la actividad en que viven nuestros vecinos, me aseguró formalmente que pensaba permanecer aquí muy poco tiempo, sobre todo si no encontraba pronto objeto seguro en que invertir su capital. Pareciome el extranjero digno de alguna consideración, trabé presto amistad con él, y lleno de lástima traté de persuadirle a que se volviese a su casa cuanto antes, siempre que seriamente trajese otro fin que no fuese el de pasearse. Admirole la proposición, y fue preciso explicarme más claro.
 
        -Mirad -le dije-, monsieur Sans-délai -que así se llamaba-; vos venís decidido a pasar quince días, y a solventar en ellos vuestros asuntos.
-Ciertamente -me contestó-. Quince días, y es mucho. Mañana por la mañana buscamos un genealogista para mis asuntos de familia; por la tarde revuelve sus libros, busca mis ascendientes, y por la noche ya sé quién soy. En cuanto a mis reclamaciones, pasado mañana las presento fundadas en los datos que aquél me dé, legalizadas en debida forma; y como será una cosa clara y de justicia innegable (pues sólo en este caso haré valer mis derechos), al tercer día se juzga el caso y soy dueño de lo mío. En cuanto a mis especulaciones, en que pienso invertir mis caudales, al cuarto día ya habré presentado mis proposiciones. Serán buenas o malas, y admitidas o desechadas en el acto, y son cinco días; en el sexto, séptimo y octavo, veo lo que hay que ver en Madrid; descanso el noveno; el décimo tomo mi asiento en la diligencia, si no me conviene estar más tiempo aquí, y me vuelvo a mi casa; aún me sobran de los quince cinco días.
 
          Al llegar aquí monsieur Sans-délai traté de reprimir una carcajada que me andaba retozando ya hacía rato en el cuerpo, y si mi educación logró sofocar mi inoportuna jovialidad, no fue bastante a impedir que se asomase a mis labios una suave sonrisa de asombro y de lástima que sus planes ejecutivos me sacaban al rostro mal de mi grado.

          -Permitidme, monsieur Sans-délai -le dije entre socarrón y formal-, permitidme que os convide a comer para el día en que llevéis quince meses de estancia en Madrid
           -¿Cómo?
          -Dentro de quince meses estáis aquí todavía.
          -¿Os burláis?
          -No por cierto.
          -¿No me podré marchar cuando quiera? ¡Cierto que la idea es graciosa!
          -Sabed que no estáis en vuestro país activo y trabajador.
          -¡Oh!, los españoles que han viajado por el extranjero han adquirido la costumbre de hablar mal siempre de su país por hacerse superiores a sus compatriotas.
          -Os aseguro que en los quince días con que contáis, no habréis podido hablar siquiera a una sola de las personas cuya cooperación necesitáis.
           -¡Hipérboles! Yo les comunicaré a todos mi actividad.
           -Todos os comunicarán su inercia.
Conocí que no estaba el señor de Sans-délai muy dispuesto a dejarse convencer sino por la experiencia, y callé por entonces, bien seguro de que no tardarían mucho los hechos en hablar por mí.
Amaneció el día siguiente, y salimos entrambos a buscar un genealogista, lo cual sólo se pudo hacer preguntando de amigo en amigo y de conocido  en conocido: encontrámosle por fin, y el buen señor, aturdido de ver nuestra precipitación, declaró francamente que necesitaba tomarse algún tiempo; instósele, y por mucho favor nos dijo definitivamente que nos diéramos una vuelta por allí dentro de unos días. Sonreíme y marchámonos. Pasaron tres días; fuimos.

        -Vuelva usted mañana -nos respondió la criada-, porque el señor no se ha levantado todavía.
-Vuelva usted mañana -nos dijo al siguiente día-, porque el amo acaba de salir.
-Vuelva usted mañana -nos respondió al otro-, porque el amo está durmiendo la siesta.
-Vuelva usted mañana -nos respondió el lunes siguiente-, porque hoy ha ido a los toros.
-¿Qué día, a qué hora se ve a un español? Vímosle por fin, y «Vuelva usted mañana -nos dijo-, porque se me ha olvidado. Vuelva usted mañana, porque no está en limpio».
A los quince días ya estuvo; pero mi amigo le había pedido una noticia del apellido Díez, y él había entendido Díaz, y la noticia no servía. Esperando nuevas pruebas, nada dije a mi amigo, desesperado ya de dar jamás con sus abuelos.
 
       Es claro que faltando este principio no tuvieron lugar las reclamaciones.
 
       Para las proposiciones que acerca de varios establecimientos y empresas utilísimas pensaba hacer, había sido preciso buscar un traductor; por los mismos pasos que el genealogista nos hizo pasar el traductor; de mañana en mañana nos llevó hasta el fin del mes. Averiguamos que necesitaba dinero diariamente para comer, con la mayor urgencia; sin embargo, nunca encontraba momento oportuno para trabajar. El escribiente hizo después otro tanto con las copias, sobre llenarlas de mentiras, porque un escribiente que sepa escribir no le hay en este país.
No paró aquí; un sastre tardó veinte días en hacerle un frac, que le había mandado llevarle en veinticuatro horas; el zapatero le obligó con su tardanza a comprar botas hechas; la planchadora necesitó quince días para plancharle una camisola; y el sombrerero a quien le había enviado su sombrero a variar el ala, le tuvo dos días con la cabeza al aire y sin salir de casa.
Sus conocidos y amigos no le asistían a una sola cita, ni avisaban cuando faltaban, ni respondían a sus esquelas. ¡Qué formalidad y qué exactitud!

       -¿Qué os parece de esta tierra, monsieur Sans-délai? -le dije al llegar a estas pruebas.
       -Me parece que son hombres singulares...
        -Pues así son todos. No comerán por no llevar la comida a la boca.

         Presentose con todo, yendo y viniendo días, una proposición de mejoras para un ramo que no citaré, quedando recomendada eficacísimamente.
 
          A los cuatro días volvimos a saber el éxito de nuestra pretensión.
 
          -Vuelva usted mañana -nos dijo el portero-. El oficial de la mesa no ha venido hoy.
«Grande causa le habrá detenido», dije yo entre mí. Fuímonos a dar un paseo, y nos encontramos, ¡qué casualidad!, al oficial de la mesa en el Retiro, ocupadísimo en dar una vuelta con su señora al hermoso sol de los inviernos claros de Madrid.   Martes era el día siguiente, y nos dijo el portero:

         -Vuelva usted mañana, porque el señor oficial de la mesa no da audiencia hoy.
        -Grandes negocios habrán cargado sobre él -dije yo.

           Como soy el diablo y aun he sido duende, busqué ocasión de echar una ojeada por el agujero de una cerradura. Su señoría estaba echando un cigarrito al brasero, y con una charada del Correo entre manos que le debía costar trabajo el acertar.

-Es imposible verle hoy -le dije a mi compañero-; su señoría está en efecto ocupadísimo.

Dionos audiencia el miércoles inmediato, y, ¡qué fatalidad!, el expediente había pasado a informe, por desgracia, a la única persona enemiga indispensable de monsieur y de su plan, porque era quien debía salir en él perjudicado. Vivió el expediente dos meses en informe, y vino tan informado como era de esperar. Verdad es que nosotros no habíamos podido encontrar empeño para una persona muy amiga del informante. Esta persona tenía unos ojos muy hermosos, los cuales sin duda alguna le hubieran convencido en sus ratos perdidos de la justicia de nuestra causa.
 
        Vuelto de informe se cayó en la cuenta en la sección de nuestra bendita oficina de que el tal expediente no correspondía a aquel ramo; era preciso rectificar este pequeño error; pasose al ramo, establecimiento y mesa correspondiente, y hétenos caminando después de tres meses a la cola siempre de nuestro expediente, como hurón que busca el conejo, y sin poderlo sacar muerto ni vivo de la huronera. Fue el caso al llegar aquí que el expediente salió del primer establecimiento y nunca llegó al otro.

        - De aquí se remitió con fecha de tantos -decían en uno.
        -Aquí no ha llegado nada -decían en otro.
       -¡Voto va! -dije yo a monsieur Sans-délai, ¿sabéis que nuestro expediente se ha quedado en el aire como el alma de Garibay, y que debe de estar ahora posado como una paloma sobre algún tejado de esta activa población?

Hubo que hacer otro. ¡Vuelta a los  empeños! ¡Vuelta a la prisa! ¡Qué delirio!
 
       -Es indispensable -dijo el oficial con voz campanuda-, que esas cosas vayan por sus trámites regulares.
 
         Es decir, que el toque estaba, como el toque del ejercicio militar, en llevar nuestro expediente tantos o cuantos años de servicio.


       Por último, después de cerca de medio año de subir y bajar, y estar a la firma o al informe, o a la aprobación o al despacho, o debajo de la mesa, y de volver siempre mañana, salió con una notita al margen que decía:
 
         «A pesar de la justicia y utilidad del plan del exponente, negado.»

-¡Ah, ah!, monsieur Sans-délai -exclamé riéndome a carcajadas-; éste es nuestro negocio.

Pero monsieur Sans-délai se daba a todos diablos.

-¿Para esto he echado yo mi viaje tan largo? ¿Después de seis meses no habré conseguido sino que me digan en todas partes diariamente: «Vuelva usted mañana», y cuando este dichoso «mañana» llega en fin, nos dicen redondamente que «no»? ¿Y vengo a darles dinero? ¿Y vengo a hacerles favor? Preciso es que la intriga más enredada se haya fraguado para oponerse a nuestras miras.
 -¿Intriga, monsieur Sans-délai? No hay hombre capaz de seguir dos horas una intriga. La pereza es la verdadera intriga; os juro que no hay otra; ésa es la gran causa oculta: es más fácil negar las cosas que enterarse de ellas.
 
          Al llegar aquí, no quiero pasar en silencio algunas razones de las que me dieron para la anterior negativa, aunque sea una pequeña digresión.

-Ese hombre se va a perder -me decía un personaje muy grave y muy patriótico.
 -Esa no es una razón -le repuse-: si él se arruina, nada, nada se habrá perdido en concederle lo que pide; él llevará el castigo de su osadía o de su ignorancia.
 -¿Cómo ha de salir con su intención?
 -Y suponga usted que quiere tirar su dinero y perderse, ¿no puede uno aquí morirse siquiera, sin tener un empeño para el oficial de la mesa?
 -Puede perjudicar a los que hasta ahora han hecho de otra manera eso mismo que ese señor extranjero quiere.
 -¿A los que lo han hecho de otra manera, es decir, peor?
 -Sí, pero lo han hecho.
 -Sería lástima que se acabara el modo de hacer mal las cosas. ¿Conque, porque siempre se han hecho las cosas del modo peor posible, será preciso tener consideraciones con los perpetuadores del mal? Antes se debiera mirar si podrían perjudicar los antiguos al moderno.
 -Así está establecido; así se ha hecho hasta aquí; así lo seguiremos haciendo.
 -Por esa razón deberían darle a usted papilla todavía como cuando nació.
 -En fin, señor Fígaro, es un extranjero.
 -¿Y por qué no lo hacen los naturales del país?
 -Con esas socaliñas vienen a sacarnos la sangre.
 -Señor mío -exclamé, sin llevar más adelante mi paciencia-, está usted en un error harto general. Usted es como muchos que tienen la diabólica manía de empezar siempre por poner obstáculos a todo lo bueno, y el que pueda que los venza. Aquí tenemos el loco orgullo de no saber nada, de quererlo adivinar todo y no reconocer maestros. Las naciones que han tenido, ya que no el saber, deseos de él, no han encontrado otro remedio que el de recurrir a los que sabían más que ellas.

»Un extranjero -seguí- que corre a un país que le es desconocido, para arriesgar en él sus caudales, pone en circulación un capital nuevo, contribuye a la sociedad, a quien hace un inmenso beneficio con su talento y su dinero, si pierde es un héroe; si gana es muy justo que logre el premio de su trabajo, pues nos proporciona ventajas que no podíamos acarrearnos solos. Ese extranjero que se establece en este país, no viene a sacar de él el dinero, como usted supone; necesariamente se establece y se arraiga en él, y a la vuelta de media docena de años, ni es extranjero ya ni puede serlo; sus más caros intereses y su familia le ligan al nuevo país que ha adoptado; toma cariño al suelo donde ha hecho su fortuna, al pueblo donde ha escogido una compañera; sus hijos son españoles, y sus nietos lo serán; en vez de extraer el dinero, ha venido a dejar un capital suyo que traía, invirtiéndole y haciéndole producir; ha dejado otro capital de talento, que vale por lo menos tanto como el del dinero; ha dado de comer a los pocos o muchos naturales de quien ha tenido necesariamente que valerse; ha hecho una mejora, y hasta ha contribuido al aumento de la población con su nueva familia. Convencidos de estas importantes verdades, todos los Gobiernos sabios y prudentes han llamado a sí a los extranjeros: a su grande hospitalidad ha debido siempre la Francia su alto grado de esplendor; a los extranjeros de todo el mundo que ha llamado la Rusia, ha debido el llegar a ser una de las primeras naciones en muchísimo menos tiempo que el que han tardado otras en llegar a ser las últimas; a los extranjeros han debido los Estados Unidos... Pero veo por sus gestos de usted -concluí interrumpiéndome oportunamente a mí mismo- que es muy difícil convencer al que está persuadido de que no se debe convencer. ¡Por cierto, si usted mandara, podríamos fundar en usted grandes esperanzas!
 
       Concluida esta filípica, fuime en busca de mi Sans-délai.

-Me marcho, señor Fígaro -me dijo-. En este país «no hay tiempo» para hacer nada; sólo me limitaré a ver lo que haya en la capital de más notable.
 -¡Ay, mi amigo! -le dije-, idos en paz, y no queráis acabar con vuestra poca paciencia; mirad que la mayor parte de nuestras cosas no se ven.
 -¿Es posible?
 -¿Nunca me habéis de creer? Acordaos de los quince días...
 Un gesto de monsieur Sans-délai me indicó que no le había gustado el recuerdo.
 -Vuelva usted mañana -nos decían en todas partes-, porque hoy no se ve.
 -Ponga usted un memorialito para que le den a usted permiso especial.

Era cosa de ver la cara de mi amigo al oír lo del memorialito: representábasele en la imaginación el informe, y el empeño, y los seis meses, y... Contentose con decir:

        -Soy extranjero. ¡Buena recomendación entre los amables compatriotas míos!

Aturdíase mi amigo cada vez más, y cada vez nos comprendía menos. Días y días tardamos en ver las pocas rarezas que tenemos guardadas. Finalmente, después de medio año largo, si es que puede haber un medio año más largo que otro, se restituyó mi recomendado a su patria maldiciendo de esta tierra, y dándome la razón que yo ya antes me tenía, y llevando al extranjero noticias excelentes de nuestras costumbres; diciendo sobre todo que en seis meses no había podido hacer otra cosa sino «volver siempre mañana», y que a la vuelta de tanto «mañana», eternamente futuro, lo mejor, o más bien lo único que había podido hacer bueno, había sido marcharse.
 
        ¿Tendrá razón, perezoso lector (si es que has llegado ya a esto que estoy escribiendo), tendrá razón el buen monsieur Sans-délai en hablar mal de nosotros y de nuestra pereza? ¿Será cosa de que vuelva el día de mañana con gusto a visitar nuestros hogares? Dejemos esta cuestión para mañana, porque ya estarás cansado de leer hoy: si mañana u otro día no tienes, como sueles, pereza de volver a la librería, pereza de sacar tu bolsillo, y pereza de abrir los ojos para hojear las hojas que tengo que darte todavía, te contaré cómo a mí mismo, que todo esto veo y conozco y callo mucho más, me ha sucedido muchas veces, llevado de esta influencia, hija del clima y de otras causas, perder de pereza más de una conquista amorosa; abandonar más de una pretensión empezada, y las esperanzas de más de un empleo, que me hubiera sido acaso, con más actividad, poco menos que asequible; renunciar, en fin, por pereza de hacer una visita justa o necesaria, a relaciones sociales que hubieran podido valerme de mucho en el transcurso de mi vida; te confesaré que no hay negocio que no pueda hacer hoy que no deje para mañana; te referiré que me levanto a las once, y duermo siesta; que paso haciendo el quinto pie de la mesa de un café, hablando o roncando, como buen español, las siete y las ocho horas seguidas; te añadiré que cuando cierran el café, me arrastro lentamente a mi tertulia diaria (porque de pereza no tengo más que una), y un cigarrito tras otro me alcanzan clavado en un sitial, y bostezando sin cesar, las doce o la una de la madrugada; que muchas noches no ceno de pereza, y de pereza no me acuesto; en fin, lector de mi alma, te declararé que de tantas veces como estuve en esta vida desesperado, ninguna me ahorqué y siempre fue de pereza. Y concluyo por hoy confesándote que ha más de tres meses que tengo, como la primera entre mis apuntaciones, el título de este artículo, que llamé «Vuelva usted mañana»; que todas las noches y muchas tardes he querido durante ese tiempo escribir algo en él, y todas las noches apagaba mi luz diciéndome a mí mismo con la más pueril credulidad en mis propias resoluciones: «¡Eh!, ¡mañana le escribiré!». Da gracias a que llegó por fin este mañana que no es del todo malo: pero ¡ay de aquel mañana que no ha de llegar jamás! 
                     
                                               EL REO DE MUERTE
Arriba

1- ¿Qué está haciendo la gente en la calle?
Están esperando a que ejecuten a una persona y han ido allí para presenciarlo.
2-¿Qué pensaría un extranjero desconocedor de nuestras costumbres al ver esto?
Que esta ocurriendo un evento importante en la plaza del pueblo, como un discurso del rey o que están celebrando alguna fiesta nacional o local.
3- ¿Por qué Larra está en contra de la pena de muerte?
Porque el piensa y cree que un mal no se soluciona con otro.
4-¿Qué diferencias hay en el tono de este artículo respecto a los dos artículos anteriores?
Este no usa de tono la comedia, ni intenta entretener sino enviar un mensaje triste y profundo. Te intenta hacer reflexionar.




         Un pueblo entero obstruye ya las calles del tránsito. Las ventanas y balcones están coronados de espectadores sin fin, que se pisan, se apiñan, y se agrupan para devorar con la vista el último dolor del hombre.

–¿Qué espera esta multitud? –diría un extranjero que desconociese las costumbres–. ¿Es un rey el que va a pasar; ese ser coronado, que es todo un espectáculo para un pueblo? ¿Es un día solemne? ¿Es una pública festividad? ¿Qué hacen ociosos esos artesanos? ¿Qué curiosea esta nación?

   Nada de eso. Ese pueblo de hombres va a ver morir a un hombre.

–¿Dónde va?
- ¿Quién es?
–¡Pobrecillo!
–Merecido lo tiene.
–¡Ay!, si va muerto ya
–¿Va sereno?
–¡Qué entero va!


He aquí las preguntas y expresiones que se oyen resonar en derredor. Numerosos piquetes de infantería y caballería esperan en torno del patíbulo. He notado que en semejante acto siempre hay alguna corrida; el terror que la situación del momento imprime en los ánimos causa la mitad del desorden; la otra mitad es obra de la tropa que va a poner orden. ¡Siempre bayonetas en todas partes! ¿Cuándo veremos una sociedad sin bayonetas? ¡No se puede vivir sin instrumentos de muerte! Esto no hace por cierto el elogio de la sociedad ni del hombre.(...)


Un tablado se levanta en un lado de la plazuela: la tablazón desnuda manifiesta que el reo no es noble. ¿Qué quiere decir un reo noble? ¿Qué quiere decir garrote vil? Quiere decir indudablemente que no hay idea positiva ni sublime que el hombre no impregne de ridiculeces.


Mientras estas reflexiones han vagado por mi imaginación, el reo ha llegado al patíbulo; en el día no son ya tres palos de que pende la vida del hombre; es un palo sólo; esta diferencia esencial de la horca al garrote me recordaba la fábula de los Carneros de Casti, a quienes su amo proponía, no si debían morir, sino si debían morir cocidos o asados. Sonreíame todavía de este pequeño recuerdo, cuando las cabezas de todos, vueltas al lugar de la escena, me pusieron delante que había llegado el momento de la catástrofe; el que sólo había robado acaso a la sociedad, iba a ser muerto por ella; la sociedad también da ciento por uno: si había hecho mal matando a otro, la sociedad iba a hacer bien matándole a él. Un mal se iba a remediar con dos. El reo se sentó por fin. ¡Horrible asiento! Miré el reloj: las doce y diez minutos; el hombre vivía aún... De allí a un momento una lúgubre campanada de San Millán, semejante el estruendo de las puertas de la eternidad que se abrían, resonó por la plazuela; el hombre no existía ya; todavía no eran las doce y once minutos. «La sociedad –exclamé– estará ya satisfecha: ya ha muerto un hombre.»Indice  
          2.4- EL TEATRO

                  2.4.1- ¿Cuándo surge el teatro romántico en España?
Cerca del 1830, cuando muere el anterior rey absolutista Fernando VII
                  2.4.2- Explica sus principales temas
Los temas principales de los que habla son historia o temas legendarios, también hablan del amor y de la idealización del mismo y de algo que quieren alcanzar pero es imposible y por tanto esto les lleva al suicido muchas veces, la naturaleza, como reflejo de los sentimientos del poeta, que lo expresa con paisajes o mensajes que manda, y el destino como algo que están predestinados a conseguir o algo que les va a pasar ya sea bueno o malo.
                  2.4.3- Explica sus características formales: actos, unidades de tiempo espacio, acción, verso o prosa, etc
Los románticos españoles son bastante rebeldes por lo tanto mezclan prosa con verso y lo trágico con lo cómico, según se encuentren en el momento de estar escribiendo, se rompe el significado de tiempo dentro de el teatro y sus normas, se cambia el escenario continuamente, la duración de los actos ni es regular, ni está dentro de las normas, los personajes son dominados por sus sentimientos y esperanzas.
                  2.4.4- Pon los títulos de las obras más importantes
Don Juan Tenorio, La fuerza del sino, Los amantes de Teruel.
                  2.4.5- Explica de qué va Don Juan Tenorio.
Me queda por leer todavía así que no te puedo explicar de que va, con exactitud. Libro el cual trata de dos personas enfrentadas entre sí las cuales se llaman Don Juan Tenorio y Don Luis Mejía, estos se cuentan las fechorías y hazañas que realizaron para comparar a ver quien es mejor, al final lo único que consiguen es herir a gente inocente ya que este juego no les lleva a ninguna parte. Al final tenorio muere por culpa de su codicia y su falta de inteligencia.